A 30 años del magnicidio de Luis Donaldo Colosio, quien con toda seguridad habría sido el presidente de México en ese fatídico 1994, de forma irresponsable hoy la seguridad de las candidatas y el candidato presidencial se toma a la ligera.
Es impensable que un candidato presidencial, y menos si es el puntero en las encuestas como Claudia Sheinbaum, tenga fallas en su equipo de logística y seguridad, para haber sido detenida en un retén de encapuchados en las inmediaciones de Motozintla, Chiapas, el domingo pasado.
Lo de los retenes no es un tema nuevo: la pugna de cárteles del narcotráfico, marcadamente el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, tienen al estado pendiendo de un hilo.
En febrero de 2023 empezó la instalación de retenes. Fue en San Gregorio, municipio de Frontera Comalapa; posteriormente, en la entrada y salida de Chicomuselo y después en las entradas y salidas de la cabecera municipal de Frontera Comalapa.
Entre junio y julio del 2023, hace casi un año, los retenes se instalaron en Motozintla. También se reportan retenes en los tramos carreteros de los municipios de El Porvenir, Siltepec y La Grandeza.
Según fuentes locales, en esa región hay unos 10 retenes, incluyendo los dos de Motozintla.
Distintas versiones de quienes están cerca de la campaña, por el retén donde detuvieron a Sheinbaum, minutos antes habían pasado dos camionetas de reporteros, a quienes detuvieron y revisaron exhaustivamente.
Les pidieron las credenciales de su medio (prensa, radio, internet o TV), les revisaron todo su equipo de trabajo y los interrogaron sin prisa. Una vez que pudieron, los reporteros se alejaron del lugar. La candidata presidencial venía detrás de ellos, a unos 15 minutos de distancia. A menos de un kilómetro había un puesto de vigilancia de la Guardia Nacional.
Como se ve en el video que circuló profusamente en redes sociales, Claudia Sheinbaum no se bajó de la camioneta, pero tampoco sus escoltas ni su equipo más cercano que iba detrás de los militares.
Dicen que fue por orden de los encapuchados. A los militares se les acercaron a decirles que no se bajaran del vehículo, que no iban a hacer nada y que eran “gente de paz”, una frase, por cierto, muy sinaloense.
Les dijeron que sólo iban a hablar con ella. Los escoltas cumplieron la instrucción “por protocolo”, pero con las armas listas y cubiertas, por cualquier eventualidad.
Los encapuchados sí iban armados, por lo menos con pistolas.
Lo del supuesto montaje más bien parece pirotecnia politiquera.
Habrá que ver qué sucede en las próximas semanas y si se modifica el esquema de seguridad, sobre todo cuando atraviesen territorios controlados por el narcotráfico.
No es remoto que un incidente como el del domingo pasado le ocurra nuevamente a Sheinbaum o a Xóchitl o a Álvarez Máynez.
Varios coinciden: en los eventos, la candidata Sheinbaum busca ahora con la mirada a sus escoltas, cuando en el arranque de la campaña los mantenía a distancia.
Vivimos un momento de gran riesgo y las autoridades deberían tomar más en serio este asunto de la seguridad de los candidatos presidenciales. De todos, pues, ya vimos cuantos han sido ejecutados, pero más aún de quien dirigirá al país.
México no aguanta otro magnicidio, ni aún a 30 años de distancia.
Que lo tengan presente los tres.
Como dice ya saben quién: “ya no se pertenecen a sí mismos”, tienen una responsabilidad y si algo les pasara, le causarían un daño tremendo a nuestra nación.