Hoy cumplo un año de volver a la vida. El 21 de noviembre de 2019 tuve un problema de salud que me colocó al borde de la muerte. Un dolor intenso en la espalda me llevó de urgencia al hospital.

Sin saber que lo tenía, a pesar de las revisiones médicas anuales, me estalló un quiste en el riñón derecho y tuvieron que extirparlo. Estuve en coma inducido, me intubaron y pasé veinte días en el hospital, diez de ellos en terapia intensiva. Hubo días que le dijeron a mi esposa y a mis hijos que no sabían si pasaría la noche. Tuve problemas cardíacos y pulmonares. Lo estoy contando, gracias a Dios, a la habilidad de los doctores, de las enfermeras, del personal hospitalario, el inmenso amor de mi familia, el acompañamiento de mis amigos y colegas y la generosidad de mis jefes y la empresa para la que trabajo desde hace 42 años. Estuve semanas en terapias de rehabilitación en las que hasta aprendí a caminar nuevamente, pues había estado mucho tiempo en cama.

Cuando cobré conciencia de lo sucedido me dio mucha tristeza imaginar la angustia que causé sin querer.

Se los comparto porque vaya que hoy tengo motivos para celebrar la vida y porque me aflige el sufrimiento que están viviendo miles de familias mexicanas por el Covid-19 y me solidarizo con ellas.

Más de cien mil muertos y más de un millón de contagiados deberían de moverle las entrañas a alguien en el gobierno y a quienes están dedicados formalmente a su contención.

Siempre duele menos cuando el sufrimiento lo padecen otros y no uno mismo.

Pero, ¿qué se necesita para atender esta tragedia humana lejos de la grilla y el futurismo políticos, la guerra de cifras, la insensibilidad y el afán de no querer aparecer en el cuadro de horror mundial?

¿Qué necesitan los incrédulos, los inconscientes y los irresponsables de nuestra sociedad que no se cuidan y no cuidan a los demás?

¿Que además de contagiarse, la muerte toque a su propia puerta o a una muy cercana? ¿Es necesario llegar a esos extremos?

Como decía el gran divo, ¿pero qué necesidad, para qué tanto problema?

Nada puede borrar lo que ya pasó, pero es necesario que se haga algo realmente efectivo de ahora en adelante.

Sobre todo, cuando es un hecho que nuestra esperanza en torno a la vacuna, o por lo menos a alguna de ellas, está condicionada.

Ahora sabemos que, en el caso de la de Pfizer, su traslado, conservación y manejo requieren de condiciones especialísimas que difícilmente se pueden dar en nuestro país.

Requiere congeladores que la mantengan a 80 grados bajo cero.

Pero actualmente existen en desarrollo en todo el mundo más de 200 vacunas contra el Covid-19. Once de ellas se encuentran en la fase experimental 3. Según los datos más recientes de la Organización Mundial de la Salud, 48 vacunas están en etapa clínica, siendo probadas en humanos, y 164 en etapa preclínica, probadas en laboratorios. Las farmacéuticas Pfizer/BioNTech, Moderna y AstraZeneca han demostrado su eficacia.

Los primeros en recibirla, el próximo año, no seremos usted y yo. Llevará mano el personal médico, los héroes y heroínas de nuestro tiempo.

Monitor republicano

El funcionario más eficiente del actual gabinete presidencial es el canciller Marcelo Ebrard. El logro, junto con el fiscal Alejandro Gertz Manero, de traer de regreso a México al general Cienfuegos, lo pone muy por encima de todos y lo vuelve referente mundial. De ese tamaño serán sus malquerientes en la carrera para 2024.

anarciae@gmail.com

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