Esa respuesta emocional, no inteligente y menos racional del presidente a un cuestionamiento legítimo de un reportero nos mostró a un mandatario rebasado y harto con lo que tiene lidiar. No es bueno enfrentar los contratiempos con el hígado y no con la cabeza.
Es obvio que no se da cuenta o que no le importan las consecuencias de sus dichos y sus actos. “Voy derecho y no me quito y si la riego, pues vuelvo a mandar”, debe pensar el señor presidente.
Obnubilado, en días recientes diversos eventos noticiosos también lo dejaron ver enojado e intolerante.
El viernes de la semana pasada, la DEA dio a conocer: “durante el último año y medio, la DEA se infiltró proactivamente en el Cartel de Sinaloa y la red de los Chapitos, obtuvo un acceso sin precedentes a los niveles más altos de la organización y los siguió por todo el mundo”.
La respuesta del presidente fue quejarse de que la infiltración de la DEA fue sin autorización de su gobierno y la calificó como: “Una intromisión abusiva, prepotente que no debe de aceptarse bajo ningún motivo”.
The Washington Post publicó que documentos oficiales revelan una supuesta tensión entre las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional.
Nada nuevo, pero el presidente respondió que se cuidará ya la información de la Secretaría de Marina y la Secretaría de la Defensa porque, dijo, “estamos siendo objeto de espionaje del Pentágono”.
Y trató de minimizar la información: “Fíjense qué frivolidad, o sea, qué vulgaridad, qué superficial. ¿Cuál es la nota filtrada del Pentágono al Washington Post? Que se están peleando en la Secretaría de Marina con la Secretaría de la Defensa. ¿Y qué? ¿Ellos no se pelean allá? ¿Cuál es la nota? O sea, ¿quieren más información? Hacienda se pelea con la Comisión Federal de Electricidad aquí todos los días, Pemex con Hacienda, pues cada quién tiene su criterio; Economía con Hacienda, es lo más normal”.
En una pincelada de historia a su manera, aseguró que en el gabinete de Benito Juárez “se peleaban Prieto con Ocampo, y Lerdo con Iglesias. Y hasta le renunciaban a Juárez”.
Otra noticia que influyó negativamente en el ánimo presidencial fue la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de revertir el traspaso de la Guardia Nacional a la SEDENA, decisión que, reveló ayer, los ministros habrían tratado de retrasar al reunirse con funcionarios de su gobierno, a quienes ordenó que ni siquiera les tomaran la llamada, si insistían en el tema.
Por esto, violando nuevamente la ley electoral pidió que votaran por los candidatos de Morena en 2024 y, de paso, anunció que le dejará un regalo a su sucesor (a):
“El día 1º de septiembre del año próximo presentaré una nueva iniciativa de reforma constitucional para insistir en que la Guardia Nacional dependa de la Secretaría de la Defensa, esperando se apruebe dicha reforma antes del último día de mi gestión, que va a ser a finales de septiembre; van a tener un mes y voy a pedir que se dé prioridad”.
El miércoles así había respondido cuando se le preguntó si eran reales los viajes del general secretario y su familia, supuestamente con recursos públicos:
“Ah, su familia a lo mejor sí, sí, a lo mejor su familia sí. ¿Y qué? ¿Cuál es el problema?”.
El jueves, francamente iracundo, puso un nuevo calificativo a los medios de comunicación: “No son medios de información, son medios de manipulación, controlados por los que se sentían dueños de México”.
Tuvo una mala semana, pero serénese presidente, descanse y duerma. Al despertar verá al país con otros ojos. Al fin ya vendió el avión de Peña.