Por supuesto, nadie le desea nada malo, pero políticamente el presidente Andrés Manuel López Obrador comenzará a sentir frío.

¡Con los calores que está haciendo!

Independientemente del poder absoluto que ha acumulado, convirtiéndolo en el presidente más poderoso de la historia reciente, ahora comenzará a vivir la distancia de algunos de sus cercanos.

Naturaleza humana. Ni más ni menos.

Así ha sido toda la vida. Nadie puede decirse sorprendido.

Cuando el poder y la gloria están de frente, viene el acompañamiento, surge un encanto escondido, una guapura repentina, una simpatía radiante, una risa contagiosa, un encanto sin igual, una inteligencia super dotada, una admiración sin límite.

Todos quieren ser sus amigos. Reviven cuates del pasado, compañeros de la escuela, parientes encajosos, los que supuestamente siempre estuvieron pendientes de su carrera, los que comparten el proyecto, los que dicen que lo defenderían a capa y espada y con la vida misma.

La “cargada”, pues.

En contraste, quienes antes se arrodillaban ante el presidente ahora le darán la vuelta, le “darán el avión”, pero seguirán mamando del presupuesto y lo que esté a su alcance, hasta que el sexenio se acabe y repitan el ritual ante la nueva elegida.

Por supuesto, también estarán a su lado los leales de siempre, quienes lo han acompañado en las buenas, en las malas y en las peores. Serán los menos.

Esa desgraciada realidad, dolorosa temporalmente, también le dará perspectiva al presidente y le permitirá ubicar a cada uno, en el lugar que le corresponde.

Serán meses difíciles porque habrá enojo y frustración. Emociones riesgosas que lo pueden empujar a tomar decisiones extremas o injustas. Todo pasará.

Vendrá entonces la prueba de fuego: cómo reaccionarán las herencias empoderadas.

De la doctora no tengo duda: sometimiento total a su figura y su proyecto. Por eso la eligió.

No podría decir lo mismo de otros, que sin el yugo de su otrora líder querrán desconocer el huacal.

Tras la fragorosa batalla electoral, tanto la interna como contra la caricatura de oposición que hoy tenemos quedarán regados resentimientos grandes y chicos. Algunos se podrán reparar y otros los acompañarán hasta la tumba.

Y viviremos, espero, la esperanza renacida de que nuestro entorno y nuestro país mejorarán.

Mientras tanto, muerto el Rey, ¡qué viva la Reina!

Y que se repita el ceremonial sexenal, el enamoramiento y el desencanto hasta que finalmente un día cambie el régimen porque el país, así, ya no aguanta más.

Pero no se agüiten, todavía nos faltan 15 meses de Mañaneras, de ocurrencias y de locuacidades.

Ya lo dijo él mismo: “lo mejor, es lo peor que se va a poner”.

Patriotas y traidores

El mitin de despedida del jueves, en el Monumento a la Revolución, fue un exceso.

Como lo vimos con el PRI, luego con el PAN y ahora con Morena, el dispendio y el acarreo a todo lo que da.

Cientos de camiones estacionados en el centro de la ciudad, repartición de tortas, bebidas y sombrillas para el sol asfixiante, sillas para los “invitados especiales” (porque en la 4T también hay “clases”), gran templete, pantallas, grupo musical de más de veinte integrantes, sonido, logística, etc.

Debieron gastarse millones de pesos.

¿Quién pompó?

¿Se justifica para un evento de la todavía jefa de Gobierno, que fue realmente electoral?

La doctora debe exigir a los suyos prudencia y mesura. Se entiende el entusiasmo, pero en un afán de halagarla, acaban siendo peor que los de antes, porque prometieron ser distintos.

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