Se le conoce en las calles de Estados Unidos como Apace, China Girl, China Town, Dance Fever, Friend, Goodfellas, Great Bear, He-Man, Jackpot, King Ivory, Murder 8, Poison y Tango y Cash, mientras que, según la Administración para el Control de Drogas de ese país, en México y el resto de Latinoamérica se le llama también como Heroína Blanca o Sintética, M-30, el Fenta o Tango, China blanca.

Es el fentanilo.

Una droga potencialmente letal, responsable de casi 3 cuartas partes de las 100 mil muertes por sobredosis de drogas notificadas en Estados Unidos en 2022.

Según el más reciente informe del Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS, por su sigla en inglés) de los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades, las muertes por opioides sintéticos distintos de la metadona (principalmente fentanilo) siguieron aumentando con 73,838 muertes por sobredosis notificadas en 2022.

Y es peor cuando se combina la heroína y fentanilo con Xilacina.

Según la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones toma el nombre de Tranq, Tranq Dope, Zombie Drug o Sleep-Cut y, en español, Anestesia de Caballo o Droga Zombie, y ya se encuentra en México.

El organismo dependiente de la Secretaría de Salud emitió en abril pasado la “Alerta para personal de salud y primeros respondientes de ciudades fronterizas de México por posible adulteración de heroína y fentanilo con Xilacina”.

Esa sustancia es un sedante no opioide aprobado en México para uso veterinario, pero no para consumo humano, y que se utiliza “con fines de sedación, alivio del dolor y relajación muscular de bovinos, equinos, caninos y felinos”.

En esa alerta aseguró que, en Tijuana y Mexicali, Baja California, encontró a la Xilacina como adulterante en 35 residuos de heroína mezclada con fentanilo y de 26 residuos de fentanilo, de un total de 300 muestras analizadas.

Aunado a ello, en el Informe sobre la situación de la salud mental y el consumo de sustancias en México 2024, dado a conocer la semana pasada, se advirtió que desde 2018 se ha constatado un crecimiento de la demanda de atención por consumo de fentanilo, con 10 casos en 2018, 25 en 2019, 72 en 2020, 184 en 2021, 333 en 2022 y 518 en 2023.

Es decir, el consumo de fentanilo ha aumentado más de 5 mil por ciento en el sexenio que está por concluir y la mayor parte de los casos del año pasado ocurrieron en Baja California, Sonora, Sinaloa y Chihuahua.

Para la Secretaría de Salud la violencia tiene una relación directa con el consumo de drogas.

“Entre miembros de una pareja, sean hombres, sean mujeres, cualquier combinación, es hasta casi tres veces más probable que exista violencia de cualquier tipo cuando al menos una de ellas consume drogas, o casi siete veces más probable que se sufra violencia cuando ambas personas consumen drogas (…) Y lo que podemos ver es que hay un contexto previo de daño sicológico y social de marginación y violencia. El consumo de sustancias aumenta el riesgo de violencia y ya materializada ésta conduce nuevamente a perpetuar el uso de sustancias adictivas”, alertaba el tristemente célebre exsubsecretario de Salud, Hugo López Gatell.

Quizás esto ayude a explicar los más de 5 mil feminicidios ocurridos en lo que va del sexenio o los 7,277 casos de lesiones dolosas contra mujeres, ocurridas en mayo pasado, la cifra más alta desde 2015, en que se tiene registro en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

O sea, México sí se droga con fentanilo. Quien diga lo contrario se quedó en el viaje o anda bien “astral”.

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