“Nunca segundas partes fueron buenas”, dice una frase proverbial que se atribuye al Quijote en la sentencia que pronuncia el bachiller Sansón Carrasco cuando habla con Sancho sobre la novela en que aparecen, en el Quijote II.
La frase, de uso más que común, puede resultar prejuiciosa cuando lo que busca calificar apenas comienza y hay pocos elementos para tener una opinión completa.
Viene al caso, tras la toma de posesión de la primera presidenta de México, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, que ha generado comentarios divididos, justamente como está nuestro país.
Hay quien la apoya ciegamente y no cuestiona, como norma, nada de nada, y los todavía ardidos por la derrota electoral, que execran maldiciones y regurgitan bilis, como norma, también, sin ninguna reflexión.
Estos, como avestruz, ocultan la cabeza en la tierra o la distancia para fantasear que lo sucedido no sucedió.
Lo que esta división evidencia es que las heridas causadas por la batalla electoral siguen abiertas y en algunos casos tardarán en cicatrizar o la pus saldrá disparada a la menor provocación.
Opinar en una circunstancia así, no es fácil. O se cae en los irreflexivos corifeos o en los paranoicos a ultranza.
Lo que nos dejan ver estos primeros cuatro días del nuevo gobierno es que continuará el nuevo régimen de país en el que ya vivimos y quizás haya matices de forma, pero no de fondo.
Lo que cambió, cambió y no volverá a cambiar hasta que los posibles errores, los abusos y los excesos de los actuales, obliguen a los electores a cambiarlo nuevamente.
Ese es un hecho consumado que hay que aprender a aceptar o a tolerar. O vivir en el infierno del resentimiento y la frustración.
De entrada, la Mañanera (ahora, “del pueblo”) es más breve y menos burda que la que conocíamos. Su objetivo es el mismo, pero por momentos parece más ordenada. Aún no afloran totalmente las fobias. Son temáticas y tienen pequeños clips, documentales, que resultan útiles en un país en el que todavía hay analfabetismo. (Casi 4.5 millones de mexicanos, según el Censo de 2020).
Como la anterior, es una pasarela del equipo de la Presidenta, entre los que hay algunos que tienen mejor delivery que otros.
Lamentablemente, siguen los paleros, gestores y activistas, disfrazados de reporteros, entre los periodistas que cubren esa conferencia de prensa (A los que se utilizará para las preguntas a modo, como hace décadas un conocido jefe de prensa del priismo que se acercaba a algún reportero y le decía: “A'i como cosa tuya pregúntale tal cosa").
Mercachifles que se extienden a otras fuentes informativas, que lamen las botas de quienes los contratan y cuestionan de manera estridente y en ocasiones grosera a los opositores al régimen.
En fin, son cuervos que ya les sacarán los ojos a quien los maneja y a quien requiere sus servicios.
De Acapulco, hubiera sido útil que no desperdiciara horas yendo por carretera al puerto y mejor las empleara en acercarse al pueblo de carne hueso. Para eso están los transportes aéreos militares.
En la caseta de La Venta, una señora, pueblo-pueblo, graciosa pero muy dolida por los daños que le causó el huracán le dijo: “Es chingona y nos va a resolver, Presidenta”.
El calor humano es de ida y vuelta. A la Presidenta no le sobra recibirlo y al pueblo maltratado por una tragedia como los huracanes, le hace mucha falta.
Y si le toman fotos, ¿qué?
Que el resto del país sepa que si tienen quien los conforte. En eso no tiene que imitar al que se fue.