Es una obviedad, pero es así. Ese ejercicio de comunicación pero sobre todo de poder, que construye y destruye, que son las conferencias matutinas del Presidente de México no es el mismo si no está él. Aquí he comentado que las veo diariamente. En ocasiones me parecen insufribles e innecesariamente largas.
No es necesario que duren tanto tiempo ni que sean diarias. Cuando quienes las seguimos por razones periodísticas pensamos que el Presidente “ya dio la nota”, ¡pum!, dice otra cosa. De tal forma que en una sola conferencia de casi tres horas puede decir algo, informativamente relevante, y quince minutos después lo “mata”, lo aplasta y así al infinito. Ha habido ocasiones en que después de horas de conferencia, donde hubo varios paréntesis de pasajes históricos, que son tan suyos, el Presidente ya se va y regresa y dice algo que quizás se le estaba olvidando y “borra” todo lo demás.
Quien tiene que hacer un reporte noticioso de esas conferencias, debe hacer una jerarquización, en ocasiones titánica, porque es frecuente la repetición, la distracción y la dispersión; las imprecisiones, las temeridades y las inexactitudes, por denominarlas amablemente.
Frecuentemente pienso ¿cuál es el afán de insistir en los mismos temas, los mismos énfasis, una y otra vez. Y yo mismo me respondo: “porque además de ser información y rendición de cuentas es, sobre todo, propaganda”. Él mismo lo ha dicho, la repetición es necesaria porque es didáctica política.
Y eso, por no mencionar los momentos de “humor”, gracejadas y chistoretes que solamente él entiende y celebra y quienes tienen que celebrarlo también. Para eso están.
Lo vimos estas dos semanas. En su lugar, estuvo la Dra. Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación.
Doña Olga comenzó la semana pasada tímidamente pero conforme pasaron los días se fue empoderando.
Fue su actitud e incluso su atuendo. Comenzó luciendo como los “memes” de Bernie Sanders y terminó con un look más “presidencial”, llegando hasta el jueves, antier, con una pañoleta al cuello con el monograma de la marca francesa “Louis Vuitton”.
Por un instante quizás pensó “ya me vi…”.
Sin embargo, el mismo jueves reapareció el Presidente.
Por la mañana, se le vio caminando en Palacio Nacional, vistiendo formalmente, a su paso de siempre, sonriente y saludando a los periodistas que alcanzaron a verlo. En la noche, dirigió un mensaje por redes donde aseguró que se recupera del Covid y que ya salió negativo de la prueba de antígeno.
Como quiera, la secretaria Sánchez Cordero le impuso su sello a esas conferencias matutinas. Hasta se atrevió a pedir preguntas de los reporteros de los que reconoció diarios importantes, como EL UNIVERSAL y Reforma, cuando solamente la cuestionaban los llamados medios digitales. Pero eso duró poco. No tardaron en regresar los paleros y gestores.
Ayer le preguntaron a Doña Olga si veía viable que una mujer ocupara la Presidencia de México. Dijo que sí, pero ella se descartó.
Argumentó que ya no está en edad para eso sino para pasar más tiempo con su familia y sus nietos. Quizás, pero la ilusión de dos semanas nadie se la quita.
Monitor Republicano
No es que la ropa de marca solo sea para los “fifís” pero ¿cómo lo habrán tomado los “chairos” y los radicales que no se pueden gastar cientos de dólares en eso? Bueno, a lo mejor no la compró en Polanco sino en el Centro Histórico de nuestra ciudad, siempre hay ofertas.
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