A nueve meses de la sucesión en la Rectoría en la UNAM , son cinco los nombres que se mencionan para sustituir a Enrique Graue: Raúl Contreras, director de la Facultad de Derecho; Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM; Luis Agustín Álvarez-Icaza, secretario administrativo; Patricia Dávila, secretaria de Desarrollo Institucional y Guadalupe Valencia , Coordinadora de Humanidades.
Los primeros cuatro son afines al Rector Enrique Graue , considerados por el gobierno como la “Burocracia Dorada”.
(No es un secreto que hay distanciamiento entre el presidente y el Rector).
De estos cuatro, el funcionario más fuerte es Leonardo Lomelí Vanegas, el secretario general de la UNAM, exdirector de la Facultad de Economía . Ha contendido por la Rectoría en dos ocasiones, en 2015 y 2019 y en ambas perdió ante Enrique Graue.
Leonardo Lomelí es el principal colaborador del Rector, reconocido por la intelectualidad tradicional, a quienes desde el púlpito cuatrotetísta estigmatizan como “intelectuales orgánicos”.
Después del secretario General, le sigue Luis Agustín Álvarez-Icaza , secretario administrativo, también colaborador cercano a Graue, peeero de ser necesario, también se pondría la cachucha de la jefa de Gobierno. Este académico goza de las simpatías del STUNAM, pero tiene un “obstáculo”: es hermano de Emilio Álvarez-Icaza, uno de los políticos más críticos del presidente López Obrador. Antes fue director del Instituto de Ingeniería.
La tercera aspirante es Patricia Dávila , secretaria de Desarrollo Institucional, quien ya fue coordinadora general de Estudios de Posgrado y directora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala en dos periodos: 2012-2016 y 2016-2020.
Raúl Contreras , director de la Facultad de Derecho, es otro aspirante a la Rectoría de la UNAM . Sin embargo, se considera el más débil porque forma parte de los constitucionalistas y abogados que avalaron el dictamen del plagio de tesis de la ministra Yasmín Esquivel.
O sea, tendría una comunicación limitada con el gobierno Lópezobradorista.
A quien el presidente vería con buenos ojos, a través de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México , designada para hacerse del poder en la UNAM, es a Guadalupe Valencia, la Coordinadora de Humanidades.
El “puente” entre la UNAM y el gobierno federal es Rosaura Ruiz, hasta el martes, secretaria de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación del gobierno capitalino, quien fue la candidata más fuerte para ser Rectora de la UNAM en 2015, pero perdió ante Graue.
Esta exfuncionaria capitalina que formó parte del Consejo Estudiantil Universitario , junto con Claudia Sheinbaum , es la que promueve a Guadalupe Valencia para llegar a la Rectoría de la Máxima Casa de Estudios por su afinidad al movimiento de la 4T y su cercanía con los dirigentes del tristemente célebre CEU, hoy incrustados en Morena.
Rosaura Ruiz no puede ser candidata porque tiene 72 años y la ley orgánica de la Universidad establece que la edad máxima es de 70.
Después de la Semana Santa, comenzará la efervescencia política por la sucesión en la UNAM, que maneja un presupuesto de 53 mil millones de pesos anuales pero, sobre todo, es un gran factor de poder en el país, con múltiples vasos comunicantes.
Si el presidente se empecina de más, en apropiarse de la UNAM abrirá un nuevo frente de batalla que podría contaminar indeseablemente la ya de por si manoseada sucesión presidencial.
¿Será que esta elección si la ganará la doctora o será la antesala de la debacle?
Monitor republicano
El que nada debe nada teme. Entonces, ¿para qué quiere ampararse la ministra y para qué quiere amordazar a la UNAM?
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