Ucrania se encuentra a casi 11 mil kilómetros de distancia de México, pero la invasión de Rusia podría afectarnos más de lo que nos imaginamos.
En efecto, esa guerra que nos indigna por injustificable y abusiva amenaza con incrementar en nuestro país el precio de alimentos como el pan y la tortilla, y combustibles como la gasolina y el gas.
La razón es que es muy posible que aumenten los precios internacionales de granos y cereales como el maíz y el trigo, ya que Ucrania es el tercer mayor productor de trigo en el mundo, y el ataque ruso pone en riesgo el suministro de cereales en todo el planeta.
Por lo menos dos grandes empresas mexicanas resultarían afectadas: Bimbo, que tiene una planta en Kiev para hacer pan con trigo ucraniano (que tuvo que cerrar) y Gruma, que tiene una planta en ese país para elaborar productos con diferentes harinas de masa de maíz, utilizadas en la panadería y la comida rápida.
En México también podrían escasear y subir de precio productos de alta demanda como el morcajo, que es una mezcla de trigo y centeno, aceite de girasol, cártamo y algodón.
Las dificultades de transportación también podrían afectar el precio de productos del campo que usan abonos minerales o químicos nitrogenados, de Ucrania, para cultivar maíz, trigo y arroz.
En el caso de los combustibles, se sabe que el gobierno de México continuaría con los apoyos fiscales para que el aumento en el precio del petróleo crudo y de la importación de los combustibles no se traslade al consumidor final, por encima de la inflación.
Irónicamente, el aumento en el precio del petróleo beneficiaría a Pemex, pero afectaría las finanzas públicas del país por el aumento en el subsidio para evitar que se disparen los precios que debemos pagar los consumidores.
Ciertamente el comercio bilateral de mercancías con Ucrania no es muy grande. El año pasado apenas sumó 339 millones de dólares, pero como vemos ese evento internacional, a pesar de la distancia, sí nos afectará.
Menciones aparte deben hacerse de la invasión en sí, la reacción mundial y del gobierno mexicano.
La invasión se veía venir desde el año pasado, cuando reportes de la inteligencia y de la prensa de Estados Unidos se referían al alarmante crecimiento de tropas rusas en la frontera con Ucrania.
¿Por qué Ucrania? Porque tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se expandió hacia el este, incorporando a la mayoría de las naciones europeas que habían estado en la esfera comunista. Como resultado, se formó una alianza creada para contrarrestar a los soviéticos.
En 2008, la OTAN reconoció las aspiraciones de Ucrania y Georgia de ser estado miembro, sin embargo, catorce años más tarde, dicha adhesión no llegó.
El presidente Putin ha descrito esta disgregación soviética como una catástrofe que no solo le arrebató a Rusia el lugar que le correspondía entre las grandes potencias del mundo, sino que la puso al arbitrio de Occidente. A sus 69 años y en su cuarto mandato como presidente quiere anexar a Ucrania, una nación de 44 millones de habitantes, de nuevo a la soberanía rusa.
Estados Unidos carece de un acuerdo de defensa mutua con Ucrania y, por tanto, no tienen ninguna obligación de protegerla con fuerzas estadounidenses. Sin embargo, ha condenado la invasión e impuesto fuertes sanciones económicas a Rusia. El gobierno ucraniano se siente abandonado por sus aliados y se dice solo pero listo para defenderse.
En México, la respuesta fue tibia y tardó en llegar la condena, pero llegó. Como si no fuéramos a necesitar nunca que nos apoyaran.
Monitor republicano
No, no es momento de salir a hacer compras de pánico y hacerse de cantidades ridículas de papel de baño.
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