Así como como lo describe Sabina en “19 días y 500 noches”: “…el fantoche que va en romería, con la Cofradía del Santo Reproche”, el miércoles vimos en el Senado de la República a legisladores que privilegiaron los insultos sobre los argumentos.
Escondidos en las enaguas senatoriales y en abuso de su inatacable “libertad de expresión”, prefirieron el vituperio y la descalificación de los jefes militares que tenían ante sí en lugar de confrontarlos y llamarlos a cuentas colocándolos frente al espejo de la realidad.
Desde que se confirmó que los secretarios de la Defensa y la Marina no responderían a los planteamientos de los senadores, supimos que no pasaría de un tongo carpero.
Algunos escupitajos:
(Refiriéndose al General Secretario) “Le ordenaron hacer un aeropuerto, un tren, etcétera, usted obedece. Y si acaso le ordenaran liquidar a un adversario electoral, ¿también obedecería?”.
Y de otra senadora que “salió a defender”: “Baquetones, sinvergüenzas, cínicos (…) Hay puro mediocre cabrón que ha venido aquí, no a legislar sino a ser los peores detractores del gobierno (…) Escorias y basura”.
Finura y sutileza.
Como si el país estuviera para eso.
Otra senadora, especialmente crítica, más tarde revelaría en Twitter que fue ella la aludida por la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, quien reprochó el doble discurso de panistas y priistas, que desaprueban la presencia del Ejército en las calles y al mismo tiempo piden su protección. (La senadora dijo haber pedido protección para su hijo menor de edad y no haberla recibido).
Las Fuerzas Armadas han tenido un rol principalísimo en la actual administración. Han recibido encargos que nada tienen que ver con su misión natural.
Por eso están doblemente obligados a la rendición de cuentas. A mayor responsabilidad, más transparencia y menos opacidad.
No se pueden cobijar en que todo lo que hacen merece el secreto (que no secrecía, anglicismo que viene de secrecy) de “asuntos de seguridad nacional”.
Qué bueno que nuestros soldados y marinos tengan el reconocimiento de la mayoría de los mexicanos, se lo han ganado a pulso. Y si no, pregúntenle a las víctimas de desastres y calamidades naturales, de quien han recibido las primeras ayudas.
Durante una Mañanera, reporteros intentaron cuestionar al secretario de la Defensa, por lo del hackeo. El presidente no lo permitió y lo redujo a que era politiquería.
La Sedena y la Marina no necesitan la defensoría de oficio del Rey del Teflón. Su dignidad es transexenal. Tienen más de que enorgullecerse que de avergonzarse.
Las coyunturas pasan, el honor es permanente.
Y a ese si lo recuerda y lo juzga la historia.
Monitor republicano
Causó revuelo en redes la foto de un hijo del presidente López Obrador, en un partido de béisbol en Houston, Texas. Sorprendió que pareciera que usa un reloj Rolex, de varios miles de dólares, que contrasta con la pobreza franciscana que pregona su padre.
Peeeeero, los tenis que trae puestos José Ramón López Beltrán son unos Adidas, en colaboración con la serie animada South Park, caricatura que se hizo famosa por su vulgaridad, su humor negro y surrealista, que satiriza una amplia gama de temas dirigidos a un público adulto.
Los tenis, están inspirados en uno de los personajes memorables del programa, "Towelie" (Toallín, en español), quien siempre está drogado y no duda en hacerlo en público y en sugerir a los niños y a todo el mundo que se droguen también. Prefiere fumar marihuana, pero a menudo consume crack y/o metanfetamina y otras drogas.
Para intensificar el tema lúdico, el par de tenis incluye detalles como colores que cambian bajo la luz ultravioleta y ojos que se vuelven "rojos", haciendo alusión al personaje cuando se encuentra drogado.
¿Y la congruencia, ´apá?