Todo se le resbala. Nada se le pega. Nada lo mancha y cuando todos piensan que lo que lo embarró lo va dejar marcado, se desvanece.
Ha demostrado una antiadherencia que no es terrenal.
Varias veces he sostenido que Andrés Manuel López Obrador es un político fuera de serie.
Nadie lo iguala, ni en sus virtudes ni en sus defectos, que no son pocos ni pequeños.
Pero ha demostrado una habilidad para escabullirse de los ataques en su contra, de los problemones que ha enfrentado y que parecía que acabarían con él, que lo hace único e irrepetible. Gracias a Dios, dirían varios.
La lista es interminable: desde sus finanzas personales hasta los delitos que habrían cometido parientes y cercanos, los desatinos de su gobierno, las inútiles obras públicas faraónicas, sus cuestionables relaciones internacionales y, más recientemente, el hackeo a quienes deberían ser inhackeables y la distracción de sus deberes que ha provocado en los suyos la sucesión presidencial adelantada. Agregue usted la guerra civil entre sus huestes.
Por mencionar unos cuantos temas que sugerían que ahora sí le iban a hacer mella.
Nada. Cero.
En su matinal ejercicio de gobierno, todo lo batea, lo disminuye, lo minimiza, lo ridiculiza, lo trata con desdén y lo deshecha. Lo apaga con su interminable propaganda y su prédica del deber ser.
¿Por cuánto tiempo más?
En su caso, ¿no existe una kriptonita que le haga perder sus superpoderes?
Al “Teflón” que es la marca comercial del famoso polímero, una Agencia de la Organización Mundial de la Salud, lo clasifica como “posiblemente cancerígeno”, con evidencia limitada, de momento, en cánceres de testículo y riñón.
La pregunta es si esta nueva realidad en la que ya vamos a cumplir cuatro años, acabará por causarnos un daño terminal, como país y como sociedad, del que tarde se darán cuenta quienes han sido deslumbrados con beneficios inmediatos.
Como el teflón de los sartenes, a los que no se le pega la comida, pero que acabarían siendo dañinos.
Monitor republicano
1) La sucesión adelantada que vivimos nos ha mostrado como algunos de los aspirantes a la candidatura morenista pierden el más elemental sentido común. El secretario de Gobernación se ha convertido en el gandalla de la cuadra, en su afán de figurar.
La Jefa de Gobierno, como la Chimoltrufia, un día estigmatiza y llama “fifís” a los miles que asistirán a la Fórmula Uno y luego se desdice.
Y el Canciller, Rey TikTokero, se caracteriza como “Catrina” y sale a las calles a ganar más seguidores. ¡Qué cosa!
2) Quien no conoce límites ni el buen juicio es el diputado local verde, Jesús Sesma. Hablando en nombre de su partido, con motivo de la comparecencia de Omar García Harfuch, dijo:
“Si hoy vivieran los creadores de las series de superhéroes, como son Batman, Spiderman, Superman, Xmen, no tengo duda de que ellos basarían en usted la creación de un nuevo superhéroe, que podría nombrarlo ´Harfuch, el guardián de la ciudad´.
Y eso de destaparlo para gobernar “a la ciudad Gótica” será memorable, pero para mal.
#NoMamar señor Sesma.
(Tamaña lamida de suelas en nada beneficia a García Harfuch, quién si tiene méritos para reconocérselos, y nadie lo habría hecho ni en la época del que fue abuelo político de Sesma, el expresidente Díaz Ordaz).
3) Lo de Layda Sansores no tiene paragón. Intentando joder a Ricardo Monreal le salió el tiro al revés: el audio en el que confiesa que quiere recibir “mochadas”, que sumarían hasta 900 millones de pesos, de empresarios que deseen hacer negocios en Campeche y que la envidiaría cualquier narco, la retrata y la sepulta.
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