Ministros, jueces y magistrados, que se las saben de todas, todas, dejarán de trabajar para el Poder Judicial de la Federación el próximo año, como consecuencia de la reforma judicial.

Ya en despachos privados y bufetes, seguramente ganarán todos los casos para quienes los contraten y les paguen lo que nunca recibieron en su función judicial.

Todos ellos serán echados a la calle por una decisión de la (o)diosa tómbola, que sin reflexión alguna ni el menor cuidado prescindió de ellos para dar espacio a gente que tendrá como máxima aptitud su lealtad cuatroteísta. Poco interesará la experiencia y la carrera judicial.

Y, seguramente, estos juzgadores con el aval vecinal como una de sus cualidades serán pan comido para quienes pasaron muchos años de su vida en los juzgados, y de todas, se saben más.

Ha habido buenos y malos jueces y magistrados y hasta ministros, que incluso han sido peores. Pero generalizar y etiquetar a todos sin razón es tan irresponsable como lo que se impulsó desde el Ejecutivo. Tendrían que recordar a YSQ, quien decía que probablemente era legal, pero no era moral.

Hasta el martes por la tarde, había 157 jueces y 255 magistrados que habían declinado al proceso para la elección extraordinaria de personas magistradas y juezas de Distrito.

Al vencer el plazo, un día después, el número se incrementó a 333 jueces, 487 magistrados y 8 ministros. En total, 828.

¿Qué abobado querrá enfrentarse a un exministro, un exmagistrado o un exjuez, en un juzgado? (Aunque no parecería lo más grave).

Según el ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, José Ramón Cossío, si el alto tribunal aprueba el proyecto del ministro González Alcántara Carrancá y no es acatado por los poderes Ejecutivo y Legislativo, los ministros podrían determinar la destitución de diputados y senadores, e inclusive de la presidenta, sin pasar por el trámite del desafuero ni acudir a una fiscalía, pues podría consignar el caso directamente a un juez. Vaya crisis de Constitucionalidad.

Varias veces hemos dicho que todo esto no parece que se trata de justicia, sino de venganza, pero hasta para eso se necesita inteligencia.

En días recientes hemos sido testigos de un comportamiento troglodita de quienes a pesar de que se han disfrazado de legisladores no han perdido su esencia. Trogloditas son y lo seguirán siendo porque no saben ser otra cosa.

Queda la duda si la presidenta y su equipo cercano convalidan las formas de esta operación, porque están convencidos de que así debe ser o simplemente la toleran y la sobrellevan porque así se los encargó el Mesías Tropical (*).

Hay que insistir en que la bravuconería con la que se han impulsado las recientes reformas en el Congreso se le podría revertir a nuestra presidenta, pues los duros de su movimiento podrían abusar en cualquier momento para encumbrar a quien no ganó en las urnas 36 millones de votos.

Lo dicho: no son iguales que los de antes, son peores. No podría ser distinto, son los mismos. Solamente cambiaron de chaqueta, chaqueteros.

Monitor republicano

Busqué de buena fe algo para subrayar que el nuevo gobierno celebraba un mes, pero por más que me empeñé, no encontré algo francamente significativo, salvo la aplanadora legislativa frente a la Corte, dos periodistas asesinados, los autos bomba, etc.

Ha sido más de lo mismo, con la diferencia de que antes fue una locura original y ahora es heredada, y no quieren o no saben cómo sacudírsela. O quizás no ha llegado el momento.

(*) Enrique Krauze dixit.

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