Desde párvulos, todos aprendimos que este día se conocía como el Día de la Raza, efeméride que ha cambiado según los caprichos sexenales.

Dice la historia oficial que el 24 de septiembre de 1892, durante el Porfiriato, el 12 de octubre fue declarado fiesta nacional.

A iniciativa del presidente Venustiano Carranza, se le denominó Día de la Raza, en 1917.

Emilio Portes Gil hizo oficial el festejo, y el 12 de octubre de 1929, el Congreso de la Unión aprobó que fuera fiesta nacional y se le denominara Día de la Raza y Aniversario del Descubrimiento de América.

La conmemoración es en toda Hispanoamérica.

Según un texto de la CNDH, denominado Día de la Resistencia Indígena, en España se le conoce a esta fecha como Día de la Fiesta Nacional; en Argentina, Día del Respeto a la Diversidad Cultural; en Bolivia, Día de la Descolonización, después de haberse llamado Día de la Liberación, de la Identidad y de la Interculturalidad; en Chile, Encuentro de Dos Mundos, y en Venezuela, Día de la Resistencia Indígena.

Don Miguel León Portilla habló que más allá de un descubrimiento se había dado un encuentro. “El vocablo encuentro es adecuado para hacer referencia a los aconteceres que se iniciaron en 1492 porque hubo sin duda coincidencia en un punto (y luego en muchos) de dos o más cosas o personas (amerindios, españoles, africanos ...). Se produjeron asimismo bien pronto entre ellos choques, oposición y contradicción, como se describe en el Diccionario, "de tropas combatientes con sus enemigos". La coincidencia de hombres de orígenes muy distintos que chocan y se enfrentan en el continente americano marca el inicio de lo que, desde la perspectiva indígena, fue invasión y, desde la española, conquista”. (León-Portilla, Miguel, Encuentro de dos mundos, Estudios de Cultura Náhuatl, v. 22, 1992).

Y luego llegó la 4T.

Andrés Manuel López Obrador envió el 1 de marzo de 2019 una carta a Felipe VI, rey de España, para solicitarle “que el Reino de España exprese de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados por la Conquista de la Nueva España”.

Y le planteó que “el Estado que presido no pide un resarcimiento del daño en pecuniario de los agravios que le fueron causados por España ni tiene el propósito de proceder de forma legal ante los mismos; en cambio, México desea que el Estado español admita su responsabilidad histórica por esas ofensas y ofrezca disculpas o resarcimientos políticos que convengan”.

Una petición que, dicho sea de paso, nació muerta, porque era tanto como pedir que un rey, que por esencia es orgulloso y no dispuesto a ceder en algo así, se arrodillara.

No conforme, el 18 de diciembre de 2020, Andrés Manuel López Obrador emitió un decreto por el que se declara el día 12 de octubre de cada año, como el "Día de la Nación Pluricultural".

Ya en este sexenio, es de comprenderse que la presidenta Sheinbaum apoye lo que consideró su antecesor como una falta de respeto, porque no se respondió a su carta y, en cambio, se filtró a la prensa.

En el Palacio de la Zarzuela debieron aplicar la conseja de que “A palabras necias, oídos sordos”, tratando de encontrar una explicación razonable a este embrollo.

Pedir que se disculpe un país por hechos ocurridos hace más de 500 años, o quitar estatuas alusivas, poco aporta.

Quizás debiéramos hacer caso a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, que hace unos días difundió en sus redes una frase que pudiera poner fin a todo este entuerto: “Cuando un mejicano viaja a España no va, sino vuelve”.

¡Hala!

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