Contra toda lógica y estrategia, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México decidió en los últimos días subirse al ring con varios adversarios a la vez.

Como si no fuera suficiente tratar de consolidar su aspiración presidencial, enfrentar a sus rivales electorales, a sus enemigos políticos y gobernar a la capital del país, arremetió públicamente contra el impresentable Fiscal de Morelos, manoseando la investigación de un feminicidio, y —se dice— utilizando a la gobernadora de Campeche para atacar al senador Ricardo Monreal, la “corcholata” que no acaban de destapar ni de tirar.

Todo, derivado de una maquiavélica sucesión presidencial adelantada, provocada por el propio Andrés Manuel López Obrador.

Entendible, aunque no justificable, si de distraer se trata para que esos sean los temas de los que se hable y no del estropicio nacional que ha causado la actual administración.

De por sí, el daño ya resulta inconmensurable. A querer o no, hay una sensación nacional de desorden.

En efecto, la vida sigue. La actividad económica marcha, al igual que la comercial y la financiera, los niños van a la escuela, sus padres al trabajo (los que tienen). Y, en contraste, no cesan la violencia, la inseguridad, la corrupción oficial y las decisiones, a veces incomprensibles, de un presidente locuaz.

Siendo la doctora Sheinbaum la que parece consentida del Presidente para sucederlo, esperaría uno más sensatez y serenidad en las decisiones que toma.

Pero no cabe duda que algo la perturba, quizás qué a pesar del favoritismo, no siente que la tiene segura.

Tras el asesinato vil de la joven Ariadna Fernanda López, debió ver la oportunidad de acercarse a un sector de la sociedad capitalina, el de las mujeres, que no la percibe empática ante los imparables casos de feminicidios, y abanderar su indignación y su coraje. Oportunismo puro.

Probablemente mal aconsejada, se fue contra el controvertido fiscal morelense, quien seguramente se quiso sacudir rápido un caso de alto impacto mediático y no le importó el desaseo de la investigación de su Fiscalía.

Eso, por no apresurar también la sospecha de que intereses particulares lo movieron a encubrir a los responsables.

En un tono y una actitud que pocas veces se le ha visto, la doctora Sheinbaum calificó, juzgó y sentenció a la investigación de la Fiscalía de Morelos que, obvio, no se dejó y bajó a pelear al lodazal.

Más mesurada pero también en la confrontación, respondió a los señalamientos del senador Ricardo Monreal, maltratado por la gobernadora de Campeche, doña Layda Sansores, quien intentó desprestigiarlo en su programa semanal, el “Martes del Jaguar”.

Como entre gitanos no se leen la buenaventura, Monreal responsabilizó a Sheinbaum de estar detrás de los ataques de la gobernadora y le recetó:

“Claudia, frena tu jauría; no más división”.

Como no está manco, es de esperarse que le corresponda a Doña Claudia y a Layda la va a tener entretenida eludiendo el juicio de procedencia que promoverá en su contra.

No hay que ser un estratega electoral consumado y cobrar miles de dólares proponiendo estrategias, para reconocer que no es la mejor táctica pelearse con varios a la vez.

De uno en uno, le aconsejarían en cualquier barrio de la Ciudad de México.

Con varios frentes abiertos, la doctora Claudia Sheinbaum se distrae y se desgasta. Ella pierde, los demás ganan.

Como vemos, hasta en las grandes ligas hay quien decide con el hígado y no con la razón.

Monitor republicano

Medidito. El Zócalo se llena con 100 mil. YSQ lo llenó muchas veces con harto acarreado y esperanzado genuino. Por eso no marcharán hasta allá, a pesar de sus provocaciones. Lógico.

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