Como todas las guerras, la del presidente en turno contra su antecesor sabremos cuándo inició, pero no cuándo terminará, ni cómo.

Por alguna razón, en momentos en que tiene varios frentes abiertos, siendo el más riesgoso el de sus socios del T-MEC, el Presidente de México consintió, si no es que ordenó, la persecución judicial de Enrique Peña Nieto.

No es incomprensible, pero sí inoportuno.

De los excesos y supuestas tropelías peñistas ha dado cuenta el Presidente, cada vez que necesita hacerlo, ya sea en la persona de Peña o de quienes fueron sus colaboradores, lo mismo que llevarlo a juicio, pero sin asumir ese costo político:

“Desde que tomé posesión en el Congreso definí mi postura, dije que no era mi fuerte la venganza y que íbamos a iniciar una etapa nueva sin corrupción y que solo si el pueblo lo pedía se iba a investigar a los expresidentes, así está en mi discurso de toma de posesión (…) Y lo hicimos, envié la solicitud al Congreso, ¿y saben que pasó?, los medios no difundieron la consulta, nadie habló de eso, para que no se cumpliera con el número de votos o de participantes y no fuese una consulta vinculatoria, es decir, que llevara a una investigación. Entonces, votaron porque se investigara a los expresidentes, pero no se llegó al número que exige la ley, pero yo cumplí con mi responsabilidad”.

O sea, el asunto no es nuevo, pero se ha ido administrando. No pocos pensamos que con intenciones electorales, aunque parezcan lejanas las elecciones de Coahuila , el Estado de México y la presidencial.

Hace unas semanas, el implacable Pablo Gómez, hoy titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, tuvo a bien comenzar a desvelar de que venían las investigaciones a Peña y su entorno.

Hace unos días, la Fiscalía General de la República dio detalles que no dejan lugar a dudas de que la cosa va en serio: son diversas carpetas por delitos federales. Una por delitos electorales y patrimoniales, otra por lavado de dinero y transferencias internacionales ilegales y una más por enriquecimiento ilícito.

Serán los jueces los que determinen si pueden probar que el expresidente tiene o no responsabilidad.

Despierta curiosidad de qué tamaño será su ofensiva.

En estas páginas, el periodista Alejandro Aguirre ha revelado que Enrique Peña posee al menos diez videos muy comprometedores para el actual mandatario.

Si decide publicarlos y continúa la ruta judicial en su contra, no habrá vencedor, ambos perderán.

La fama pública del expresidente será un poco peor de lo que ya es (y quién sabe si el brazo de la Ley lo alcance) y a López Obrador le quitarán el halo de pureza, ya de por sí testereado por las suspicacias y señalamientos a parientes y cercanos.

¿Con qué cara Morena va enarbolar la bandera anticorrupción?

No serán suficientes las dádivas bimestrales.

Sí, son tiempos interesantes, pero definitivamente no estelares, como se asegura cotidianamente por las mañanas.

Monitor republicano

Llama la atención el énfasis del Presidente en poner a salvo a su círculo familiar.

El martes, dijo: “Siempre he sido respetuoso de la vida personal de mis adversarios, siempre. No me meto con sus esposas ni con sus hijos.

Pueden ser los más acérrimos adversarios y respeto su vida familiar.

Nunca he hecho una crítica a la que fue esposa del presidente Peña, como no lo he hecho de la que fue esposa o es esposa del presidente Calderón ni del presidente Fox, ni a los hijos ni nada eso”.

¿Por ahí vienen los videos que se asegura que posee el expresidente Peña Nieto?

Es pregunta.

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