En diferentes partes del mundo, los jóvenes han encendido la chispa de movimientos sociales que buscan cambios sustanciales en sus países.
En México, los movimientos estudiantiles han jugado históricamente un papel esencial para impulsar el cambio y fomentar el debate social, evidenciando tensiones más profundas en la sociedad y la política.
El movimiento del 68, en Tlatelolco, pasando por #YoSoy132 y Ayotzinapa, por mencionar solo algunos, han sido decisivos en la conciencia nacional.
Estos movimientos han demostrado su capacidad para organizar y expresar disidencias.
¿Quién no ha escuchado las consignas callejeras? "Alerta, alerta, alerta al que camina, la lucha (estudiantil, feminista, trabajadora) por América Latina".
Ahora, en Estados Unidos, las universidades encunan la protesta. Recuerdan épocas como las del movimiento por los derechos civiles y las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam.
En las últimas semanas, en la Universidad de Columbia, en Nueva York, se llevaron a cabo manifestaciones pro-palestinas, en respuesta al inamovible apoyo de Estados Unidos a Israel y su desproporcionada respuesta ante el bárbaro y cruel ataque de Hamas que ha generado miles de muertes y mantiene aún a más de 100 rehenes cautivos. Estas protestas han derivado en cientos de arrestos.
Incidentes similares han ocurrido en otras 60 universidades estadounidenses, donde los manifestantes han sido suspendidos, expulsados o consignados
El presidente Biden condenó la violencia y el antisemitismo, pero también la islamofobia y reafirmó el derecho a protestar pacíficamente, rechazando la intervención de la Guardia Nacional y enfatizando la importancia de equilibrar la libertad de expresión con el estado de derecho.
El propio Biden corre el riesgo de alejar a los votantes jóvenes, por las decisiones que ha tomado en todo este conflicto, entre Israel y Hamas, e inclusive alejar a gran parte de la base demócrata.
Y es que, en un mundo profundamente interconectado, plataformas digitales como TikTok, controladas por los chinos, emergen como herramientas potentes para canalizar el descontento social. Aunque su capacidad de conectar a la gente es innegable, estas plataformas plantean serias preocupaciones sobre la manipulación de la información y la sutil infiltración de agendas políticas extranjeras en movimientos democráticos.
Las invasiones ya no son con los ejércitos.
La pregunta persistente es: ¿Con qué propósito China podría estar manejando los algoritmos y con ello, las percepciones globales? Las especulaciones no son alentadoras.
La difusión de estas protestas a través de las redes sociales ha amplificado su impacto, motivando movilizaciones en otros países, incluido México.
El jueves, se instalaron casas de campaña en la UNAM, en solidaridad con el pueblo Palestino. Estudiantes de diferentes facultades crearon comités para mantener el campamento, e incluso solicitaron a las autoridades universitarias romper relaciones académicas con Israel.
A medida que se aproximan las elecciones presidenciales en Estados Unidos y México, la influencia de los eventos internacionales en las políticas locales se vuelve cada vez más evidente. Las protestas estudiantiles, más que simples expresiones de descontento juvenil, son reflejo de una generación que, globalizada, busca redefinir el compromiso político internacional y la responsabilidad gubernamental.
A tan solo 28 días de las elecciones presidenciales, se encuentra en una posición vulnerable.
México no es una isla, y lo que sucede en el exterior tiene repercusiones internas.
Mejor hay que tomarlo en serio pues no sería suficiente el teflón de las Mañaneras.