Chivas es un desgarriate. El escándalo por el petardo que lanzó el Piojo Alvarado (tiene 26 años, edad suficiente para tener discernimiento) en la sala de conferencias y el pésimo manejo comunicacional en el caso Fernando Gago-Boca Juniors, son los dos más recientes ejemplos de una lista tan larga que resulta imposible enumerar todo lo sucedido en los últimos años.

Jamás entenderé qué sucede en Guadalajara con los futbolistas rojiblancos. No es normal la cantidad de borlotes en que están inmiscuidos.

La exposición mediática que rodea al club no es pretexto. El América recibe más atención, y Cruz Azul y Pumas andan —más o menos— en el mismo nivel que el Guadalajara y, salvo algunas excepciones, todo transcurre por los carriles de la normalidad en esos clubes.

En Chivas no es así, ni tampoco es exclusivo de los jugadores. Omar González, jefe de prensa del Rebaño Sagrado, se “disculpó” con los periodistas y se atrevió a decir lo siguiente: “Amigo, pues ustedes quieren otras cosas. Si alguien se sintió ofendido, una disculpa por parte de la institución”.

En un tema como este, no se trata de si alguien se sintió ofendido o no, se trata de seguridad. El simple hecho de haber dicho esas palabras habla de la ceguera institucional o de falta de inteligencia por parte del señor González.

Por otro lado, la situación de su director técnico. Fernando Gago habló el sábado (¡El sábado!) y afirmó que no tuvo ningún contacto con Boca Juniors.

En la entrevista con Miguel Gurwitz, Pintita cantifleó cuando se le consultó sobre si su futuro estaba en Chivas. Palabras más palabras menos, explicó que todo director técnico depende de los resultados. ¿Tan difícil era decir que él tiene la intención de cumplir su contrato y punto?

Ahora bien, confiando en la honestidad del entrenador (nunca ha dado pie a que se le considere de otra manera), tras la reunión con la directiva la semana pasada, ¿no hubiera sido lo mejor que se publicara un comunicado en las redes sociales del club desmintiendo que el conjunto argentino le había acercado una oferta al exmediocampista? Así se habrían ahorrado tanto ruido mediático, las posibles distracciones del plantel, y a Gago le evitaban el abucheó al salir a la cancha

Todo ese misterio le abre la puerta a los malpensados. Pero, ante todo, es una muestra más del descontrol en el que vive un club que cambia de directores deportivos y entrenadores como de calcetines, y del que se habla más de sus falencias que de sus aciertos.

Chivas es más que eso, aunque se empeñen en demostrar lo contrario.

Adendum. “Ya que nos den el título”, me mandó Knut, tras la goleada del Azul ante el Necaxa. No le contesté, pero nobleza obliga: Qué bien juega La Máquina.

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