Nobleza obliga aclarar que, desde el viernes, tenía decidido que esta columna estaría dedicada a lo bien que juegan los Bravos de Diego Mejía (con el riesgo que implicaba, porque nadie le pone mucha atención a Juárez), pero nuestros gallardos y creativos federativos me obligaron a cambiar de idea. (así, sin acento. No como lo ponen ellos) versión 2023, recargada y con estructura de alta gama, siempre tiene un as bajo la manga para sorprender al respetable.

Desde ayer, un extranjero entrena con la Selección Azteca. Sí, así como lo leen: Julián Quiñones es colombiano y recibió una invitación para practicar con el equipo nacional mexicano. La intención es, de acuerdo con el comunicado publicado, “comenzar su proceso de adaptación” a la escuadra. Y es que su proceso de naturalización está por concluir. ¿Y si se esperaban a que ese trámite estuviera finiquitado?

Antes de seguir, quiero aclarar que soy de los que consideran que Quiñones tiene que ser parte del cuadro nacional sí o sí, pero cuando sea mexicano. ¿Cuál es la prisa?, ¿por qué no hacer las cosas de manera ordenada?, ¿estos cuatro días qué van a cambiar en la “integración” del atacante?, ¿qué necesidad hay de generar ruido alrededor de un equipo de por sí señalado?

Parece que la cúpula directiva, encabezada por Juan Carlos Rodríguez, está empecinada en llamar la atención fuera de la cancha. Ya corrieron a un entrenador que tenía siete partidos en el lomo; también, se enfrentaron demasiado pronto con los medios de comunicación, al preferir publicar un video combativo contra sus críticos, que celebratorio; prometieron quedar entre los ocho mejores del próximo Mundial, sin respaldar la proposición en algo; se les fue el DT de la Sub-23 por desconocimiento del reglamento.

Habrá quien piensa que esto es una manera de “amarrar” al futbolista, pero no es así. Su presencia en el CAR no es vinculante y —además— no era necesaria, porque Quiñones rechazó la convocatoria de Colombia para esta misma Fecha FIFA.

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Si el principio rector de esta FMF es que, como dijo Salvador Dalí, “hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí...”, se están equivocando, porque si algo no necesita esta Selección, es que el río se revuelva más. El entorno está bastante enrarecido como para andarse dando tiros en los pies.

Adendum. “Los estábamos bailando”, me escribió Knut, tras el duelo entre el Cruz Azul y el América. Le respondí esto: “¿Y?”. Ya no me dijo nada.

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