Ayer se realizó la entrega de The Best. Y esta premiación me cayó como anillo al dedo.

Ustedes se preguntarán por qué. Les explico. El domingo, tras la soberbia actuación de Paco Memo Ochoa con el Salernitana, se reavivó el debate sobre quién es el mejor portero en la historia de México: Jorge Campos u Ochoa.

Para mí, es una discusión absolutamente estéril, porque no existen parámetros reales o preestablecidos para definir dicha cuestión.

Los pro Ochoa, raudos y veloces, tiran sobre la mesa el currículum y el palmarés del examericanista, y —la verdad— contra eso no hay medicina. Los pro Campos hablan de estilo, capacidad y lo que significó para el puesto, y —la verdad— contra eso tampoco hay medicina.

Y ahí está la trampa, porque ambos argumentos o visiones son válidos.

Como también habrá quien piense que en ese debate pueden entrar Pablo Larios, Adolfo Ríos, Antonio Carbajal, Jesús Corona y tantos otros.

Y en algunos casos, el estilo es lo preponderante, pero en otros, lo ganado o dónde jugaron es lo que se impone.

No olvidemos que se trata de un juego de conjunto y por eso es tan difícil juzgar cuestiones individuales (además de que el gusto personal siempre se interpone).

Porque, si no fuera así, nadie podría discutir a Pelé como el mejor en la historia. Sus tres títulos mundiales son invencibles. Pero habría que ponernos de acuerdo, y es que Alfredo di Stéfano está entre los mejores de todos los tiempos y no jugó un solo Mundial.

Aaaaah, pero la Saeta Rubia lo ganó todo con el Real Madrid y revolucionó el juego. Entonces, ¿habría que demeritar a Pelé porque nunca jugó para un club europeo? Por supuesto que no.

Y ojo, esto pasa en todos los deportes de equipo. Bill Russell ganó 11 anillos de la NBA y nadie lo considera el mejor de la historia, ¿en qué quedamos?

El resultado siempre estará relacionado con estas elecciones y, a mí parecer, no debería ser así.

A veces, el país en el que naciste es factor suficiente para sacarte de la contienda. George Weah (primer Balón de Oro no europeo) tuvo la mala suerte de nacer en Liberia y por eso no jugó un solo Mundial.

Los mexicanos tienen la enorme fortuna de haber nacido aquí y por eso tenemos tanto Cinco Copas.

Para cerrar, Bono fue el mejor arquero del Mundial anterior (para mi gusto), pero el guante de oro se lo dieron a Emiliano Martínez (otro arquerazo).

En año mundialista, se suele premiar al que mejor certamen tuvo. Cosa ilógica, porque el Mundial entrega sus propios premios y un mes no puede borrar lo hecho durante los otros 11. Y si no nos ponemos de acuerdo para calificar lo que pasa en un año, menos con lo que implica toda una carrera.

Adendum. “Ahora sí, agárrate, cagajo”, me escribió Knut. Sospecho que estaba un poco tomado.

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