Esta vez, sus disculpas no alcanzan. Y es que ya son demasiados los exabruptos de Nahuel Guzmán. ¿Tan grave es apuntar con un láser a un futbolista? No. Por supuesto que no es tan grave, pero —en este caso— es la gota que rebasó el vaso.
En esta oportunidad, Nahuel no se puede escudar en la excitación que provoca disputar un partido. Guzmán estaba sentado cómodamente en un palco, cuando decidió hacer su gracejada.
Nahuel Guzmán es uno de los mejores porteros que ha jugado en el futbol mexicano, pero la gran mayoría lo recordará más por sus malas acciones, que por sus gloriosas actuaciones.
Seguramente, sólo los aficionados de Tigres pondrán lo deportivo por encima de las malas actitudes, a la hora de juzgar el paso del rosarino por la Liga MX.
El arquero felino es capaz de pasar de lo sublime a lo ridículo en una misma tarde.
Sus andanzas van desde darle un balonazo al Pocho Guzmán, mientras festeja un gol de Cisneros, a estrellar la cabeza de Nicolás Castillo contra el poste, interrumpir a Pedro Caixinha en plena conferencia de prensa, para decirle “bobo e irrespetuoso” y, por supuesto, tras ser expulsado en las semifinales del Clausura 2022, acusar que hubo corrupción en la eliminación de su equipo ante el Atlas (perdieron 5-0 en el global, imagínese).
Pero ese partido contra el Atlas es un ejemplo más de lo que Guzmán es ante la derrota. En la final anterior contra el América, se fue expulsado y —como no podía ser de otra manera— en su camino al túnel retó a la afición americanista y quiso provocar a los suplentes de Jardine, para llevarse a uno con él. En 2014, cuando las Águilas los vencieron en la final, también se tuvo que ir antes al vestuario. Para cuando Nahuel vio su segunda amarilla, el marcador global estaba 2-1 en favor del América y Tigres jugaba con nueve hombres. Seguramente, su permanencia en el campo no hubiera cambiado nada, pero es otra muestra de la impotencia que lo envuelve ante la derrota.
Esos pocos, pero importantes, ejemplos son la muestra de por qué las disculpas de Guzmán carecen de valor. En ese aspecto, ya parece Pedrito (el de Pedrito y el Lobo). Pero ojo, no todo es culpa del arquero. La directiva de Tigres tiene el mismo grado de responsabilidad, por jamás haberle puesto un alto a uno de los jugadores más importantes en su historia. Lástima que en San Nicolás nadie entendió que el prestigio del club está por encima de cualquier nombre.
Adendum. “Qué bien juega el América”, me escribió Knut. Lo dejé en visto para que sufra un rato.