Lionel Messi por fin consiguió lo que más quería. Lionel Messi ya es campeón del mundo y, encima, lo logró derribando mitos en un torneo que sirvió también para tumbar varios prejuicios. Pero volvamos con el hombre que ya era leyenda, y es que Messi conquistó la Copa FIFA con 35 años; es decir que —con edad de jubilado— el rosarino no sólo levantó, sino que jugó su mejor Mundial. Y, para agigantar su legado, fue sin lugar a dudas el futbolista más destacado en el certamen.
Diego Armando Maradona se despidió del máximo evento futbolístico con 33 años de edad, Pelé a los 29 ya tenía tres trofeos bajo el brazo y decidió no jugar su quinto Mundial. De ese tamaño es lo que logró Leo, pero —ojo— esto no le da acceso a la mesa de los mejores de todos los tiempos en este deporte. Ese sitio lo tenía garantizado desde hace muchos ayeres y, para espanto de los resultadistas, no ganar un Mundial no lo iba a privar de estar ahí.
Alfredo Di Stéfano jamás disputó un torneo de estos, pero cambió al juego y está entre los cinco mejores de la historia. Johan Cruyff quedó en segundo lugar en 1974 y no ha nacido quien ponga en duda su derecho a ser nombrado entre los mejores. Para estar en ese club, ganar trofeos no es requisito primordial. De ser así, Dani Alves se sentaría en la cabecera de la mesa, y ni habría posibilidad de debatir quién fue el mejor. Pelé y sus tres títulos del mundo aniquilarían cualquier argumento.
Messi deslumbró al planeta en Qatar y obtuvo su premio. Messi perseveró, como cuando era un niño que se inyectaba para poder crecer, o que abandonó su lugar y sus afectos para conseguir su sueño. Leo, con la voracidad que caracteriza a los grandes, no paró hasta lograr lo que más quería y alcanzó la gloria en el Mundial más diferente de todos.
Qatar 2022 jamás será olvidado. Las canchas qataríes, con todo el lujo que las rodea, vieron desfilar a un sinfín de héroes.
Marruecos, con Bounou, Amrabat y Boufal, nos maravilló a todos. Modric y compañía nos volvieron a emocionar. Brasil revivió al Jogo Bonito. Inglaterra dejó muy claro que habrá que tenerla en cuenta, en el corto y mediano plazo. Francia se consolidó como una potencia del futbol mundial. Y Kylian Mbappé nos dio la tranquilidad de saber que, cuando Messi y CR7 se vayan, el cetro del rey del balompié quedará en las mejores manos posibles.
Finalmente, Qatar se abrió al mundo y organizó una Copa que rozó la perfección. Toda la incertidumbre generada por las costumbres qataríes se disipó con sólo pisar el país, en el que encontramos a gente amable y cálida. Qatar nos regaló un torneo en el que lo más importante fue el juego, y es que a los estadios se iba a disfrutar de los futbolistas y no a beber sin parar, y todos los aficionados salieron felices de emborracharse de futbol.