En la era en la que más difusión tienen, se les da mucho menor valor. Las palabras parecen importar cada vez menos y hoy, que cada cosa que se dice tiene resonancia inmediata, uno pensaría que tendría que ser al revés, que habría que ser más cuidadoso y pensar dos veces antes de emitir cualquier sonido. O, quizá, que haya tanta repercusión genere la tranquilidad de que el mensaje se perderá en esa maraña de información en la que vivimos.

En términos muy mexicanos: las cosas se dicen con la boca y se sotienen con una parte de la anatomía masculina ubicada bastante más al sur de la garganta (escogiendo bien las palabras, se puede decir lo mismo sin ser irrespetuso). Y esto no tiene que ver ni con la hombría ni mucho menos con el valor, esto tiene que ver con la claridad de los mensajes y la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Tras el empate contra Pachuca, Miguel Herrera aseguró que “volteas a la banca y no tienes a nadie. ¿Qué ajuste puedo hacer? Nada”. Esto, en referencia a que sus suplentes eran muchachos de la Sub-20, sin experiencia, y el viernes —en la cancha del Jalisco— al voltear a la banca, el único rostro reconocible para mí era el del arquero Jiménez. Herrera no mintió, pero eligió mal sus palabras.

Y aunque dijo la verdad, el entrenador debió cuidar las formas, porque el mensaje que le envió a esos jóvenes es de demérito hacia ellos. Pero eso ni siquiera es lo más incongruente entre las palabras y las acciones del director técnico. La contratación del uruguayo Federico Viñas es lo que manda señales cruzadas para esos futbolistas y para el aficionado en general.

¿Si el problema es que el banco de suplentes está lleno de chamacos, contratar a un muchacho un año mayor que ellos es la solución? Suena —como mínimo—, contradictorio con lo dicho por Herrera. Viñas tiene un poco más de experiencia que los López, Osuna o Ríos, pero ellos no necesitan periodo de adaptación a las condiciones de la Ciudad de México y conocen la manera de jugar del equipo.

No se entiende qué es lo que sucede en Coapa, el mensaje es absolutamente indescifrable. Hace falta experiencia para poder ajustar ante las bajas por lesión, pero se contrata a alguien con menos de 50 partidos en Primera División. Se dice una cosa, pero se hace la opuesta. Y esto provoca desconcierto en los juveniles que hace unos días fueron señalados como incapaces de brindar soluciones y le pone cuesta arriba el camino a Federico Viñas.

Las palabras importan y mucho, y en e l Club América —en este momento— aparte de futbolistas se necesitan coherencia, trabajo y pensar dos veces antes de hablar.

Adendum. La llegada de Javier Hernández al Sevilla significa una mejora para el mexicano. El Sevilla es más que el West Ha m y, por ende, al delantero se le exigirá más.

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