La Liga de Naciones de la Concacaf no sirve para nada, siempre y cuando la ganes. Y es que es de esos torneos que sólo generan ruido. Si lo ganas, era totalmente lógico, y punto. Pero si lo pierdes (materia en la que México tiene maestría), de inmediato toma relevancia y enrarece el ambiente del equipo que antes vestía de verde.
A Diego Cocca le costó el puesto, a Jaime Lozano le significó el inicio del fin.
México tiene dos subcampeonatos y un tercer puesto, mientras que Estados Unidos ganó las tres ediciones que se han efectuado.
Esta puede ser la primera semana turbulenta de Javier Aguirre, en su tercera etapa al frente de la Selección. El viernes, él y su gallardo grupo de tenochcas visitarán uno de los estadios más “agresivos” del área: el Francisco Morazán, de San Pedro Sula.
Honduras no es ninguna maravilla. La realidad es que están lejos de las mejores versiones que su balompié llegó a tener. Pero ese mismo argumento lo podría estar diciendo cualquier hondureño sobre nuestro equipo.
Ya son varios años de crisis, y lo peor es que no se ve por dónde salir. Aguirre no tiene muchos elementos a la mano para tratar de torcer la situación. Al problema nos metimos con un grupo de futbolistas y con esos mismos debemos salir.
Aquella frase de “locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”, resuena en mi mente desde que se nombró al tercer director técnico post ridículo qatarí.
El gran problema es que Javier Aguirre no es ningún necio. Ojalá ese fuera el problema: Un entrenador aferrado a las vacas sagradas.
La bronca es más profunda en nuestro caso, y es que no hay más de dónde elegir. La base del equipo, forzosamente, estará integrada por aquellos que durante los últimos años nos han dejado claro en repetidas ocasiones que no están a la altura.
Ni Javier Aguirre, ni Rafael Márquez son magos. Por ahora, el futbol mexicano es tierra arrasada y esperar cambios y resultados inmediatos sería una locura. El camino es largo y se debe recorrer paso a paso y con paciencia (toneladas de paciencia), para tratar de recomponer el rumbo de un combinado nacional que, no hace tanto, competía en todos lados y se ganó cierto respeto en el concierto mundial.
¿No ganar la Liga de Naciones podría generar un cisma? No. Si Aguirre y compañía no libran este primer temporal, el DT se mantendrá en su puesto (como tiene que ser).
Pero (y no es por pesimista, pero estos muchachos son capaces de todo) en el caso de no superar a Honduras, un potencial fracaso en la Copa Oro 2025 dejaría moribundo un ciclo que apunta hasta 2030. Así de relevante es hoy ese torneo que no le importa a absolutamente nadie.
Adendum. Knut está extasiado con el récord del Cruz Azul, pero sabe que no sirve de nada si no se coronan.