Ahora sí estoy convencido de que conozco a puro ganador. Pero junto a esa sentencia, viene pegada una gran duda: creo que yo soy muy... Rima con conejo. Ganar es lo más fácil del mundo, al parecer, o eso infiero después de escuchar durante toda la semana pasada cómo se descalificaba a z por no haber ganado un título.

Entonces deduzco que, para todos, ganar es la cosa más sencilla y común. Y como yo siempre pensé que ganar era muy complicado, pues el burro soy yo. También pensaba que en la vida se pierde más veces de las que se gana. Por eso, en cuanto León conquistó el título, lo primero en que pensé fue: “Ahora va a cambiar todo; así de un plumazo, Ambriz pasará de ser un mediocre a ser un técnico capaz”.

Pero la realidad es que lo menos importante en la trayectoria de Ignacio es este título; sí, así como lo leen. Ganar no siempre es lo más trascendental. En este caso, el triunfo sirve para validar y respaldar una idea. Pero sería absolutamente injusto reducir a Nacho a un trofeo. En lo personal, me parece mucho más relevante que el León de Ambriz es el único equipo por el que vale la pena pagar un boleto en nuestro país. Y ha sido así a lo largo de casi dos años.

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Por supuesto que, en el deporte profesional, se vive de las victorias, y —en este caso— el haber coronado el torneo con el campeonato va mucho más allá del simple hecho de ganar. En la Liga MX , no es normal que venza el que mejor juega. Además, muchas veces se dijo —como si fuera una verdad absoluta— que “jugando bonito” no se pueden levantar copas.

Este equipo es la muestra de que, respetando a la pelota, teniendo a la portería rival como objetivo principal y entreteniendo al público, se puede ganar. Y, seguramente, lo más importante de Ambriz como entrenador será la transmisión de una filosofía de juego que pone a la estética y a la diversión a la par de la obsesión por ser el número uno.

Quizá, este triunfo siembre la semilla en otros entrenadores. Tal vez, otros decidan adoptar este modelo. Posiblemente, el León versión Guardianes 2020 lleve a los demás a transitar un camino que nos lleve a un mejor futbol. Nacho Ambriz no se traicionó, a pesar de las voraces críticas y —hoy— disfruta del éxito. Consciente o inconscientemente, Ambriz se convirtió en la bandera del bien jugar en la Liga MX y para mí eso es más importante que cualquier trofeo.

Adendum. Knut

me pregunta que si su Cruz Azul ( efectivamente, el llanto por la eliminación lo consolidó como cementero) gana la Concachampions, se lava la cruzazuleada ante Pumas... Le dije que sí para regalarle algo de paz.

futbol@eluniversal.com.mx

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