Este fin de semana se disputaron las finales de la Liga de Campeones de Europa y la Liga MX , y en ambas pasó algo similar (guardando las distancias, aunque el juego en Pachuca me pareció más entretenido). Bueno, ya aclarado lo anterior, volvamos a lo importante: en los dos casos no ganó el equipo que más tuvo la pelota, que más atacó y que convirtió en figura al arquero rival. ¡Cáspita, demonios y recórcholis! ¿Y ahora?
Queda perfectamente claro que al futbol se puede jugar bien de diferentes maneras, que jugar feo no es jugar mal y que, al final, los estilos no son tan relevantes. Porque yo no vi a un solo fanático del Real Madrid o del Atlas con el rostro taciturno y reflexivo por la cantidad de llegadas de los rivales o preguntándose por qué Courtois y Camilo tuvieron que trabajar tanto.
¿Las formas importan? Claro que importan, y lo ideal es ganar maravillando a todos, pero al final quien gana ni se acuerda cómo ganó. Solamente recuerda que se llevaron el trofeo a la casa. En los últimos años, el Real Madrid ganó cinco Champions. Y en ningún caso, alcanzó el nivel futbolístico del Arsenal de Wenger, o del Barcelona de Guardiola. Pero las Copas están en las instalaciones del club, y ni quién se acuerde que el Liverpool, el Bayern, el Dortmund, el City y algún otro, jugaron mucho más bonito que los Merengues en esos periodos.
Es más, si nos vamos más atrás, ni el famoso Madrid de los Galácticos jugaba bonito (confirmando que apilar estrellas no significa nada, caso PSG hoy), pero hoy, con el paso del tiempo, ese equipo cada vez juega mejor y se le añora más. ¿Por qué? Porque ganó, así de simple.
Ahora, de regreso a nuestro país: el Atlas vivía de pregonar su juego estético y de exquisitez técnica (gran mentira, porque muy pocos equipos en su historia alcanzaron ese nivel), pero la sequía de títulos se terminó con una manera más rústica de jugar. La efectividad desplazó a la belleza y el Atlas es bicampeón. Los festejos enardecidos de la gente dejan claro que lo que importa es ganar (como sea).
Ambos son dignos campeones (no podía faltar), y ambos conforme pase el tiempo, jugarán mejor. La Quinta del Buitre era una maravilla jugando, pero no ganó la Champions y, por eso, hoy juegan peor que antes. Eso pasará con el Atlas del ‘99, y es cruel que el mejor equipo de la historia rojinegra vaya a desvanecerse por la maldita costumbre de los de hoy de ganar.
Adendum. Knut cree que es más fácil aprender chino que entender al arbitraje mexicano.
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