Uno de los pleitos más antiguos en el futbol es el que disputan los líricos contra los resultadistas. Es decir, aquellos que pregonan jugar bien (comúnmente confundido con jugar bonito) contra los que están dispuestos a ganar como sea. En México, durante muchos años, esos estilos se resumían en dos nombres: Ricardo La Volpe y Manuel Lapuente. En resumidas cuentas, esta dicotomía es una lucha entre el qué y el cómo.

Y se resume en eso porque todos buscan lo mismo: Ganar. Esa cantaleta de “no me gusta perder a nada” es una tontería tan grande como el Estadio Azteca. Nunca ha nacido una persona a la que le guste perder. Y, oh sorpresa, a los enamorados de la estética, al final del día, lo que más les interesa es ganar (hasta Guardiola saca delanteros y mete recuperadores para asegurar resultados, en ciertas ocasiones).

Por supuesto que en gustos se rompen géneros. Hay quienes suspiran con el estilo impuesto por Cruyff en el Barcelona, pero también existe gente que se emociona con los esfuerzos heroicos y el pragmatismo del Atlético de Madrid de Simeone. Estoy convencido de que el resultado, en la mayoría de los casos, cambia la percepción. O, ¿conocen a algún aficionado que no haya festejado el título de su equipo porque “jugó feo”?

Todo esto viene a cuento por lo sucedido con las Chivas. Aclaro que estas líneas se escriben sin conocer el futuro de Ricardo Cadena, quien por ahora sigue al frente del Rebaño. Pero podría dejar de estar por un penalti. El equipo tuvo un semestre mediocre desde los resultados, pero su juego fue agradable durante largos pasajes del campeonato (incluida la repesca contra Puebla).

El equipo jugó bonito (como la mayoría de la gente reclama), pero no ganó. Ahí es cuando la lucha entre el qué y el cómo aparece. Y es que en Guadalajara despidieron a Vucetich porque jugaba feo, aunque ganaba. Siguiendo esa lógica, a Cadena habría que mantenerlo, porque las formas están, el camino parece bien trazado y sólo un tema de eficacia y puntería evitó que se consiguiera el resultado.

Ahí está el gran dilema para la cúpula directiva de los rojiblancos. ¿El cómo es suficiente para sostener la ausencia del qué? Se necesita de dirigentes de piel gruesa y convicciones para que sea así. O, más fácil, que todos nos quitemos la máscara y aceptemos que lo único que interesa es ganar.

Adendum. Knut, en plena cruda tras la victoria de Cruz Azul , me escribió muy preocupado lo siguiente: ¿En México está prohibido marcar penales?”.

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