Si yo fuera el dueño del
, estaría enojadísimo. Ustedes dirán: “Eso era antes, cuando perdían siempre”... Y en parte tienen razón, en ese momento también había que estar muy molesto, pero ahora más. Sueno ilógico, pero no lo es. Resulta que no eran malos o incapaces, sino que no estaban a gusto con sus respectivos jefes. El cambio en ambos es tan radical que, en un abrir y cerrar de ojos, pasaron de no ganar ni un interescuadras a ganar sin parar.
¿Todo era culpa de los entrenadores?, ¿eran verdaderamente tan malos? Vamos por partes. Con Solari , el América venía de dos torneos excelentes en cuanto a resultados en la fase regular se refiere (si jugaba bonito o no, es irrelevante); por ende, no es un incapaz. Marcelo Michel Leaño es un DT principiante que no merecía dirigir a las Chivas ; dicho eso, también hay que dejar claro que no es que pusiera a Alexis Vega de defensa central o a Fernando Beltrán de portero.
Los futbolistas también deben ser responsabilizados en los malos momentos. Este cambio tan sustancial hace sospechar sobre la entrega de los jugadores. ¿En tan pocos días se puede cambiar tanto? Claramente sí, y eso es lo que hace que más de uno levantemos la ceja con gesto de duda. Más allá de filias y fobias, cualquier empleado está obligado a cumplir con sus funciones.
A esto hay que sumarle que los jugadores de América y Chivas deben ser los empleados mejor pagados de las empresas a las que los equipos pertenecen. Ojo, no es crítica a las sumas que devengan, ya que si se les paga eso es porque generan bastante más y lo tienen merecido. El de futbolista es un trabajo súper especializado. En México , hay menos de 600 de Primera División , para que se den una idea.
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Pero el grado de responsabilidad debe ser proporcional al salario, ¿o al CEO de una empresa se le permite que no haga bien su trabajo por estar de malas? Pero en el balompié profesional, el empleado sabe que si no cumple, quien está en riesgo es el jefe. Por eso, si fuera el dueño del América o de las Chivas , estaría muy enojado, porque el éxito de esa unidad de negocio no puede depender del humor de mis empleados.
Por ello, más allá de si se consigue el campeonato, ambas instituciones deberían examinar a la perfección qué es lo que sucedió. La cultura institucional debe de cambiar, para evitar que el club viva supeditado a los caprichos de nadie.
Adendum. Knut
me escribió el sábado: “A Nahuel Guzmán lo debieron amonestar, dejó claro que no estaba lesionado cuando se lanzó para tratar de atajar”.
@lopez_sordo