Pocas cosas tan raras y difíciles de explicar en esta vida, como el futbol mexicano. Muchas veces se ha mencionado en este espacio que explicarle a un extranjero cómo funciona nuestra Liga puede ser una tarea muy complicada, y el ejemplo perfecto es el repechaje que se acaba de vivir. Primero que nada, el nivel mostrado por los “no tan buenos” fue fantástico. Y por otro lado, el 13 de la tabla eliminó al campeón actual.

Dos ejemplos que pintan de cuerpo entero a nuestro balompié, tan extraño, rocambolesco y caprichoso. Pero también son dos muestras de porqué la fase final del campeonato es imprescindible. Ojo, aclaro que pertenezco al grupo que considera que el repechaje no debería existir, aunque (y va a parecer contradictorio) esas eliminatorias a un solo partido me encantan. Pero considero que la repesca fomenta mayor mediocridad durante la fase regular.

Santos hizo menos de la mitad de los puntos que el Monterrey, su rival en cuartos de final. Si se utiliza la lógica, no hay manera de que los Guerreros puedan avanzar, pero en nuestra Liga siempre queda ese resquicio que desafía a cualquier pensamiento razonable.

Santos tuvo un semestre bastante malo, pero las bondades del reglamento le dieron una vida más, y conseguir el boleto a cuartos de final (a pesar de la mediocridad del semestre lagunero) fue suficiente para que Alejandro Irarragorri mandara a callar a quién sabe quién mediante un tuitazo.

A priori, la única serie que parece difícil de pronosticar es la de Toluca en contra de los Tigres. Y es que al Toluca le ha sobrado irregularidad en el campeonato, y así como pueden despachar a los felinos sin problemas, ellos mismos se pueden dar un tiro en el pie y complicarse la vida ante un rival que, a pesar de que ha envejecido, puede aprovechar cualquier distracción gracias a la calidad individual de sus jugadores.

En lo personal, considero que América y Chivas son favoritos en sus respectivos enfrentamientos. ¿Pero quién se atrevería a decir que tanto el Atlético de San Luis como el Atlas no les pueden complicar la vida? La realidad es que cosas más llamativas se han visto en nuestro país. Bueno, perdón la insistencia: Ahora mismo, el lugar 13 de la tabla está en Liguilla, tras eliminar al campeón.

Todo eso es, seguramente, lo que provoca que el aficionado nacional acepte soplarse 17 jornadas del terror.

Y es que en la Liguilla es difícil no divertirse. Ahora, urge mejorar un poquito en el torneo regular, porque el nivel —en general— es paupérrimo y suceden cosas como que un equipo pierda su lugar en la fase final por ser último de la tabla de cocientes que define el descenso, pero sin descenso.

Adendum. “Ya no me gusta el futbol”, me escribió Knut, tras la eliminación del Cruz Azul.

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