Este sábado no me tocó trabajar y decidí aprovecharlo para salir a turistear. El viernes, de manera obsesiva, pensaba cuál podría ser el mejor itinerario para disfrutar de mi ciudad. Después de mucho pensar decidí que visitaría la columna de Trajano, el Panteón de Agripa y la Basílica de San Pedro. Pero de pronto reaccioné y recompuse el recorrido; la Columna de la Independencia, el Palacio de Bellas Artes y la Catedral Metropolitana tomaron el lugar de los monumentos antes citados.

Y no es que me volví loco, pero después de escuchar y leer todas las quejas por cómo jugó la selección, por un momento pensé que éramos italianos en lugar de mexicanos. El partido contra Costa Rica confirmó ese sentir. Y es que, ahora resulta, que en México estamos para exigirle estilo e identidad al combinado nacional de futbol. Ya no nos queda, por cuestiones de mercadotecnia, ni siquiera el color verde que nos caracteriza, y al equipo se le exige ganar, gustar y golear.

¿Cuándo tuvimos un estilo? Nunca. O me van a decir que Mejía Barón, Bora, Lapuente, Meza, Aguirre, La Volpe y un largo etcétera tienen algo que ver. Por supuesto que no, en se juega al son que impone el entrenador en turno. Y jamás existió un proyecto sustentado en una idea de juego. Ni los directivos saben a qué quieren que juegue la Selección Azteca.

Nunca hubo estilo, pero tampoco es que hoy se esté mancillando un rico historial eliminatorio en la Concacaf. En este siglo se han disputado cinco eliminatorias y, aunque usted no lo crea, México consiguió su boleto al Mundial en el primer sitio solamente una vez: con Juan Carlos Osorio rumbo a Rusia 2018. En el resto, Estados Unidos fue primero en tres ocasiones y solamente en el camino a Corea-Japón quedamos por encima de los estadounidenses; México fue segundo y los vecinos del norte terceros.

¿Qué es lo único que no cambia? Todo lo que rodea y se dice sobre el equipo nacional. La misma cantaleta de siempre: “el DT no sirve”; “México no juega a nada”; “así seguro quedamos fuera en fase de grupos”, y otro largo etcétera. Ah, se me olvidaba: los futbolistas tampoco cambian. Los nombres, a veces, pero las actitudes son las mismas desde hace años, y lo que jamás fallará, es que en cuanto el equipo clasifique al Mundial, se volverán los elegidos para llegar al mentado quinto partido.

El sábado, finalmente llegué a Roma... A la colonia. Y ahí, me quedó claro que ni con Roberto Mancini cambiaría la cosa.

ADENDUM

. “Después de ver las eliminatorias de la Concacaf, la Liga MX parece la Bundesliga”, eso me escribió el buen Knut. Salvo Canadá, que juega a otra velocidad, tiene toda la razón.

@lopez_sordo

 
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