Hay personas, por no decir la mayoría, que suelen tener la misma reacción ante las enfermedades comunes que nos aquejan. Pensemos en los padecimientos relacionados con las vías respiratorias. Cuando se presentan los primeros síntomas, se les resta importancia y aparece el clásico: creo que me voy a enfermar, me pica un poco la garganta y estoy ligeramente congestionado.

Por supuesto, ante estas señales, no se toma ninguna medida preventiva y continuamos con nuestras actividades como si nada, con la ilógica esperanza de que todo vaya a desaparecer como por arte de magia. Evidentemente, el cuadro gripal continúa su progreso de manera libre.

Lo que se pudo cortar de raíz, ya es una infección, para la cual el médico receta un tratamiento que incluye antibióticos y suele venir acompañado por la siguiente sentencia: por favor, termine el tratamiento, aunque se sienta mejor. Al inicio, se cumplen con las indicaciones y se evitan los cambios de temperatura. Pero, de pronto, uno se empieza a sentir mejor y las precauciones son olvidadas.

¿A qué viene a cuento esto en un espacio deportivo? La respuesta es simple: Cruz Azul está enfermo y es ese tipo de paciente antes mencionado. En La Noria, se permitió que un simple resfriado se convirtiera en gripe, luego en infección y finalmente en neumonía.

El problema comenzó en la década de los 80. Tras conquistar el título de la campaña 1979-80, La Máquina se quedó en la orilla tres veces. Tres subcampeonatos que representan el ardor en la garganta y un leve escurrimiento nasal. En los 90, llegó la gripe; el equipo solamente consiguió un título de Liga.

El paciente mostraba claros signos de enfermedad, pero nadie quería reconocerlo.

La infección llegó con el nuevo milenio. El equipo disputaba finales, pero no las ganaba, y además las contrataciones extrañas se convirtieron en algo común. En la segunda década del Siglo XXI, la infección se convirtió en neumonía y la anoxia (falta de oxigenación en las células que provoca que la piel se torne azul) apareció.

El club se alejó de las Liguillas y se convirtió en la burla de los aficionados. Justo, en este punto, se reconoció la enfermedad y la medicina recomendada fue: Ricardo Peláez. Con su llegada, por ejemplo, se acabaron las contrataciones tardías de futbolistas.

El problema fue que en cuanto se comenzaron a sentir los signos de mejoría, se quitaron la chamarra y la bufanda, le pusieron hielo a sus bebidas y cortaron de tajo con el tratamiento. El equipo no estaba curado, simplemente comenzaba a estar mejor y, con el regreso de las prácticas de antaño, difícilmente se puede esperar una recuperación total. Al contrario, tristemente para sus aficionados, todo parece indicar que Cruz Azul volverá a terapia intensiva.

Adendum. Chivas y Pumas parecen ser los muchachos protegidos de la Liga. Lo que en Cruz Azul es considerado crisis, en Verde Valle y Cantera no provoca que se despeine nada.

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