Imaginemos que un noruego, de nombre Knut , llegó a vivir a la Ciudad de México la semana pasada. Lo único que nos interesa saber de Knut es que es un fanático del futbol y está interesado en conocer todo lo que pueda de la Liga mexicana para elegir al equipo que apoyará mientras radique en nuestro país.
Con tan sólo unos días en territorio mexicano, Knut ya se enteró de que hay un club que tiene más de un año sin ganar y que el entrenador de otro conjunto dejó su cargo por la filtración de unos audios en los que parece estar inmiscuido en actos de corrupción. Knut no entiende mucho y su curiosidad lo lleva a preguntar.
Lo primero que habría que explicarle al nórdico es que en México la temporada está dividida en dos campeonatos cortos. Después, habrá que desarrollar el porqué el equipo que mejor lo hace durante ese torneo no recibe premio alguno, y que —en realidad— el octavo de la clasificación (es decir, un equipo de mitad de tabla) tiene las mismas posibilidades de ser campeón que el cuadro que más puntos hizo a lo largo del semestre.
Ya con la idea de la Liguilla bien vendida e incorporada en la mente del europeo, habrá que entrar a cuestiones más difíciles de comprender. En la Liga MX no pierde la categoría el peor de la temporada, sino que se utiliza un sistema de promedios para que el de cociente más bajo después de tres años sea el equipo que descienda a la Segunda División (que no se llama así, pero francamente entrar en esos pequeños detalles podría confundir aún más al pobre Knut).
Lo que sí hay que desentrañar es que no necesariamente el peor conjunto durante esos tres años dejará la máxima categoría. Si el club tiene 120 millones de pesos, se queda. Si no... Pues no. Ahora viene el tema del ascenso, y habría que contar que hasta el semestre anterior el mejor no necesariamente accedía a la Primera División. Si no se cumplían ciertos requisitos, ese cuadro solamente competía por un premio económico.
También habría que hablar de que se puede acceder a la Liga MX sin ningún mérito deportivo. Para ejemplificar esto, por supuesto, le contaríamos que Lobos BUAP —un equipo que pagó para permanecer en la Liga— fue comprado por el FC Juárez —una franquicia que se hartó de no lograr el ascenso en la cancha—, y así, de un plumazo, un club desapareció de Puebla y apareció en la frontera norte del país.
Espero que usted, amable lector, haya llegado hasta este punto, porque el noruego salió corriendo en el cuarto párrafo y ni siquiera tuvimos chance de explicarle que lo del Veracruz era evitable si no existiera la posibilidad de pagar por mantener la categoría, ni lo de Matosas, que tanto le llamó la atención.
Adendum. Pumas, Cruz Azul y Chivas aún tienen posibilidad de clasificar, pero su historia debería ser suficiente para exigirles mucho más que soñar con simplemente entrar a Liguilla.