La verdad, no me acuerdo qué dije (ustedes entenderán, eran tiempos en los que Salinas de Gortari apenas se estaba acomodando a La Silla), pero lo que sí recuerdo perfectamente es cómo mi papá, gerente general del área disciplinaria de la casa, con ese gesto tan característico de “vete a ver si ya puso la puerca”, me dijo: Hay cosas con las que no se juega. Y esa frase me quedó grabada, porque es verdad.

Y el ejemplo perfecto lo dio el de Los Ángeles en días pasados. Aleksandar Katai ya no es jugador de la institución, debido a las publicaciones racistas que realizó su esposa en redes sociales.

El club no esperó, la respuesta fue casi inmediata y se anunció que —de mutuo acuerdo— llegaba a su fin la relación laboral. Es verdad que Katai no publicó nada, pero los dichos de su pareja salpicaban la imagen de la organización.

Ante la crisis que atraviesa Estados Unidos, tras el vil homicidio de George Floyd , el cuadro angelino entendió que el horno no está como para bollos. Y el mensaje que lanzó fue absolutamente claro: hay que cortar de tajo con el racismo y cualquier forma de discriminación.

La otra cara de la moneda la vimos en el extremo opuesto del país. Desde Nueva York, el comisionado Roger Goodell aprovechó la coyuntura para aceptar que la NFL se equivocó al no permitir las protestas pacíficas contra el racismo, la desigualdad y la brutalidad policial que diariamente sufren las minorías en la Unión Americana.

Y digo que se aprovechó, porque su mensaje —más que oler a sinceridad— tiene el tufo de la búsqueda de purificar la imagen del emporio al que representa.

 

O ¿por qué no se dignó a nombrar a Colin Kaepernick? El exquarterback fue el iniciador del movimiento y el único damnificado de la NFL. Su carrera terminó por decisión de los dueños y ni así mereció que el mandamás de la Liga le ofreciera una disculpa.

Oportunismo barato el de Goodell, quien —con el país inmerso en disturbios y protestas— parece más interesado en lucir solidario que en verdaderamente serlo. En nuestro país, el América hoy está entre el Galaxy y la NFL.

Todo es misterio con respecto a la situación de Renato Ibarra . Su entrenador explica que —al tener contrato con la institución— no se le pueden cerrar las puertas, porque se volvería jugador libre y se perdería una gran inversión.

Todo lo dicho por Miguel Herrera es cierto, pero la imagen del Club América vale mucho más que los millones invertidos en el ecuatoriano. Rescindir su contrato y asumir la pérdida, a la larga, sería más redituable para las Águilas.

Porque hay cosas con las que no se juega. Adendum. Knut ya le va al Galaxy. Nunca lo ha visto jugar, pero la decisión de la directiva lo conquistó. En México, sigue buscando equipo.

futbol@eluniversal.com.mx

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