En esta vida, todo tiene su lugar y su tiempo. El excusado no va en la sala, aunque ahí cumpliría exactamente con la misma función. Pero imagínese que llega a una casa y ve al trono de porcelana en lugar de la mesa de centro... Saldría corriendo para evitar el mal rato, por si a alguien le dan ganas de aligerar al cuerpo.

Ahora, suponga que su hijo de 12 años de edad siempre saca 10 en matemáticas... Eso no significa que le va a encargar la contabilidad de su empresa. No es su tiempo, es un niño y aún no está preparado para tal responsabilidad. Antes de entrar en materia (los más vivarachos ya saben para dónde voy), créanme que yo entiendo los ímpetus de la juventud.

A cierta edad, ya sea por vehemencia, por la irresponsabilidad intrínseca de ese periodo etario o simplemente porque se necesita demostrar de qué estás hecho, uno le entra a todo. En esas situaciones, los más experimentados deben entrar al quite para proteger al imberbe. Eso debió de suceder el sábado en Torreón cuando Marcelo Flores tomó la pelota para patear el penalti.

Es totalmente plausible lo del chavo, una gran muestra de personalidad y deseos de corresponder a las expectativas (excesivas, para mi gusto) que se han depositado en él. Que los futbolistas de mayor recorrido, y el cuerpo técnico, se hayan quedado como pasmarotes es, como mínimo, fatal. No es posible que lo hayan dejado desfilar hacia el precipicio.

Parece que ningún jugador se quiso hacer responsable y que los de afuera andaban en otra cosa. Ya había sucedido algo similar cuando debutó contra Chile y le permitieron cobrar un tiro libre (ese que salió como un podridito de beisbol).

Yo no sé si Marcelo Flores será la máxima figura del futbol mexicano los próximos 20 años, lo que sí sé es que se le está haciendo un daño al crear tantas esperanzas alrededor de él y exponerlo a situaciones como la del sábado.

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Para que se den una idea, Lionel Messi debió esperar casi dos años para cobrar su primer penalti con la camiseta de la selección argentina y, agárrense, cuando lo hizo ya tenía 70 partidos en la primera del Barcelona, había metido más de 25 goles, era campeón mundial Sub-20 y había jugado el Mundial Alemania 2006 .

El sábado todo acabó con un muchacho llorando, porque ningún adulto supo decirle que no. Ojalá pronto las cosas tomen su sitio y su tiempo natural, porque —a este paso— en lugar de ayudarlo a crecer y formarse, le podrían estar haciendo daño a alguien que ni siquiera ha debutado en Primera División .

Adendum. Knut me escribió: “¿Y si adelantan el arranque de la Liga MX ? La Nations League de la Concacaf ya fue mucho”.

futbol@eluniversal.com.mx

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