Imaginemos el siguiente escenario: Un niño llega a su casa con la primera boleta del ciclo escolar, su promedio es de 9.3; para el siguiente mes, ese mismo chavo presenta una boleta con 9.5 de promedio, chulada de escuincle. Llega la tercera entrega y, redoble de tambor,... 9.6. Queda claro que ese muchacho es un muy buen estudiante. Ahora, supongamos esto: Ese mismo chamaco aparece en casa con 5.3 de promedio en el cuarto mes del año.
¿Qué carambas pasó? No es que el niño se volvió idiota en menos de un mes, no va por ahí. Evidentemente, ante una situación así, algo raro está pasando. La reacción inicial será culpar al maestro. El clásico “la trae contra mí” podría ser el argumento del ahora burro de la casa. Pero cualquiera, con dos dedos de frente, deducirá que —en dado caso de que se trate de una venganza del profesor— algo habrá hecho el niño para caer de su gracia. Es decir, habría una corresponsabilidad.
Bueno, pues en el caso del América, algo raro está pasando y no todo puede ser culpa de Santiago Solari . Es muy sencillo, ¿cómo es posible que un equipo pase de ser líder de la competencia a uno de los peores en un solo movimiento? No es común y, máxime, cuando a ese conjunto se le mejoró con la contratación de refuerzos. Insisto, algo que parece inexplicable está sucediendo en Coapa.
Que el América juega feo, es una verdad grande como una casa, pero en los dos torneos anteriores también jugaba así y terminó en segundo lugar en la presentación de Solari y en primero en el anterior. Llegaron Diego Valdés, Alejandro Zendejas, Jonathan dos Santos, Jorge Meré y Juan Otero. A excepción del último, todos respaldados por su calidad. Hoy, ninguno se ha convertido en solución.
Ahora, ¿es culpa de Solari que sus jugadores fallen goles hechos, marquen con displicencia o pierdan pelotas imposibles en la salida? No. Pero sí es su responsabilidad en dónde ubica a ciertos jugadores. Entonces, la respuesta es clara: Todos son responsables de la vergonzosa crisis que atraviesa el América. Y todos se tienen que hacer cargo de la situación.
Grave sería que los futbolistas se tiren a la hamaca, a sabiendas de que el hilo se corta por lo más delgado o que en Coapa se piense que “total, no pasa nada”. Pumas, el torneo pasado, era penúltimo lugar hasta la Fecha 14 y ya ven... Llegaron a semifinales. En el América , hay otra exigencia y va siendo hora de que se terminen las vacaciones. Y, si no se acaban, Santiago Solari no debería ser el único en pagar los platos rotos. Ya basta de futbolistas consentidos como niños berrinchudos.
Adendum
. Knut está analizando irle al Puebla , dice que “esos juegan bien bonito y además ponen hue...”.
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