Éramos muchos... Y parió la abuela. Ese dicho popular describe a la perfección el debut de la Selección Azteca en la Copa América. Es verdad que México ganó, pero más allá del resultado (que siempre es y será lo más importante), el cuadro nacional confirmó su mal momento, en lo que al desarrollo futbolístico se refiere. Y, para acabarla de amolar, se lesionó el único insustituible de la convocatoria.

Edson Álvarez es el único futbolista mexicano que pertenece a la élite. Así lo demostró en la Premier y también lo deja claro el interés que, mercado a mercado, genera en clubes de alto nivel (hoy, el Manchester United, por ejemplo). Y lo peor es que este percance físico le llega justo en el torneo en el que debía consolidar su potencial liderazgo en un equipo urgido de un referente que jale la carreta.

Es verdad que Luis Romo entró bien ante Jamaica, pero justamente fue ante el rival más débil del grupo. No es novedad decir que el volante del Monterrey se ha convertido en una incógnita. A veces, se parece a ese jugador que la reventó en el Querétaro y en el Cruz Azul; sí, a ese mediocampista que pisaba ambas áreas y era parte fundamental del volumen de juego de sus equipos. Pero, lo común es que veamos más veces a ese jugador sin despliegue físico, que participa poco y nada.

Habrá que ver si Romo está o no a la altura de rivales de otra envergadura, porque esta podría ser su última llamada, no sólo en Selección, sino para permanecer en clubes protagonistas de la Liga MX. Condiciones le sobran y las ha mostrado, pero parece que algo lo detiene para ser constante y brillar ante el gran escenario.

Ahora el tema colectivo, que es lo preocupante. El equipo mexicano ganó, pero sufrió demasiado contra un combinado de Jamaica que no es ninguna maravilla. Incluso, el duelo pudo terminar empatado, pero afortunadamente el VAR hizo su trabajo y anuló correctamente el tanto de los caribeños.

Pero México parece depender de la inspiración de algún futbolista para generar opciones de futbol y, siendo amables con los jugadores que actualmente visten la casaca nacional, parece casi un suicidio depender de la inspiración de alguno.

Habiendo visto a la mayoría de los equipos (al momento de escribir esta colaboración todavía faltan por debutar Colombia y Brasil), está claro que la Selección Azteca no está para competirles a Argentina, Uruguay, Canadá o Estados Unidos. Mañana, ante Venezuela, no se pueden confiar, y es que ese equipo ha crecido exponencialmente y le hará muy difícil la existencia a Jaime Lozano y compañía.

El primer lugar del grupo estará en disputa en Los Ángeles, pero un derrapón ante la Vinotinto podría, en el mejor de los casos, condenarnos a jugar contra Argentina en cuartos de final.

Pero también podría significar poner en riesgo la clasificación, porque ante Ecuador habría que jugarse la vida y el sábado, con la baja de Álvarez, se nos lesionó la esperanza de vida también.

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