Fue desgarrador ver a Lionel Messi estallar en llanto. Frustración y rabia en estado puro. Eso mostró, tras salir de cambio por lesión.

Nadie en la historia del futbol ha ganado tanto como él; sin embargo, ese gen competitivo y el amor que siente por la Albiceleste lo llevaron al más doloroso llanto.

Esa imagen es una manera de explicar lo que es Lionel Andrés Messi. Una de tantas, porque desmenuzar a un genio de ese tamaño es casi tan complejo como quitarle la pelota.

Para Messi y sus compañeros, no existe nada comparable con la selección de Argentina. Esa es la gran herencia que Carlos Bilardo, Diego Armando Maradona y la generación de 1986 le dejaron a todos los futbolistas que vistieron esa camiseta después de ellos. Y es que hubo una etapa en la que jugar para el seleccionado les restaba prestigio.

César Luis Menotti inició el cambio, pero eso de decir presente a toda costa, lo instituyeron el Narigón y el Pelusa.

Claramente, a Messi nada le interesa tanto como darle alegrías a su país. El cariño de los suyos y defender a la camiseta nacional le dan vida. Leo no tuvo, de acuerdo a sus estándares, un buen torneo. Esta versión estuvo totalmente alejada de la de Qatar 2022. El físico le jugó una mala pasada. Pero el bajo rendimiento (para lo que es él, insisto) no fue motivo de recriminación.

Vale la pena recordar que, cuando jugó su peor torneo, en lo que a rendimiento personal se refiere, fue cuando se echó a la bolsa al pueblo argentino. La Copa América de 2019 fue pésima en lo futbolístico para Messi.

Pero en ese evento ganó en la derrota. Fue ahí cuando se “maradonizó” con sus actitudes en la cancha y con sus airadas declaraciones en contra de la Conmebol. Argentina lo sintió como propio y ya nadie dudó de él (siempre tuvo detractores).

Sin la mochila llena, llegaron los éxitos. La tendencia cambió y los mejores rendimientos del ‘10’ llegaron con el seleccionado nacional.

El mundo comenzó a disfrutar del mejor Messi vestido de celeste y blanco, y en Qatar coronó su obra con un Mundial descomunal. Pero Leo quiso más y conquistó a América de nueva cuenta.

Es un hecho que el interés principal de Messi es el cuadro nacional. A nivel de clubes, decidió dejar la élite, pero en el concierto internacional quiere seguir levantando trofeos.

La MLS es un arma de doble filo, porque ayudará a prolongar su carrera, pero también la falta de exigencia podría afectarle (como tal vez ya lo hizo en esta Copa) para competir en el máximo nivel.

Pero, honestamente, qué importa. Lo relevante es seguir disfrutando de lo mucho o poco que le quede en el tanque.

Adendum. Reapareció Knut. El sábado, tras el triunfo del Azul, sólo me mandó este mensaje: “Quiubo”. Ni le contesté.

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