Admito sin pena que, a primera vista, Family Romance, LLC (2019), de Werner Herzog, me desconcertó. No sólo se trata de una forma elegante de decir que me disgustó la película, sino de una descripción genuina de mi respuesta ante sus inesperadas decisiones. ¿Por qué el director de tantos clásicos, de Aguirre, la ira de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes, 1972) a Grizzly Man (2005), decidió, de repente, hacer una película tan elemental en todos sus aspectos formales? Las imágenes parecen —o fueron— capturadas con cámaras del supermercado, mientras que la recurrencia de planos filmados desde un dron sugiere más bien las artimañas de un cineasta novato y torpe que aspira a una grandeza plastificada. Pero esa primera experiencia fue en el Festival de Cannes, y en Cannes uno no va a ver las películas sino sus propias alucinaciones, generadas en buena medida por la privación de sueño y la dieta de botanas y cerveza.
Casi exactamente un año después de ese primer encuentro con la película, he vuelto a verla y, lo que en un principio me pareció un inesperado desastre, de repente adquirió una significación desbordante. Si bien me di cuenta, desde un principio, de que la película era una ficción —buena parte de sus espectadores insisten en que es un documental, pero ya veremos por qué—, en mi estado casi narcoléptico no logré darme cuenta del motivo por el que Herzog la había realizado con una factura tan modesta y un estilo que parece imitar los documentales de televisión: su tema principal —y, por ello, su estilo— es la simulación.
Family Romance, LLC no cuenta con una trama, como tal, más bien sigue a un hombre llamado Yūichi Ishii durante sus jornadas de trabajo. ¡Y vaya jornadas! Ishii es un actor que se renta para sustituir padres, hermanos, esposos. De hecho tiene una compañía que lleva el nombre de la película donde otros actores como él hacen lo mismo, y a veces hasta más. La premisa es inquietante y sugiere un mundo donde el contacto humano se ha mercantilizado y donde el tejido de la realidad se rasga cotidianamente en la enajenación frente a las pantallas. Family Romance, LLC es una ficción que parece basada en las preguntas que hizo Herzog en su documental Lo and Behold: ensueños de un mundo conectado (Lo and Behold: Reveries of the Connected World, 2016), donde la más poética e importante de ellas dice: “¿Podrá un día el internet soñar consigo mismo?”. En una escena en la que Ishii visita un hotel de robots en busca de consejos para expandir su negocio, el empresario le pregunta al gerente si estos humanoides un día soñarán. Es la misma pregunta que se hizo Philip K. Dick y que posiblemente inspiró la de Herzog, basada también en Clausewitz.
Por supuesto, la premisa es tan desquiciada que debe ser falsa, pero resulta que Ishii no es un personaje sino un hombre real interpretándose a sí mismo en la película. Su empresa afuera de la pantalla se llama Family Romance en honor a la neurosis de romance familiar que describió Freud, donde la gente fantasea con pertenecer a familias más acomodadas. El capitalismo desequilibra. Pero en Japón, donde la soledad y la depresión se han convertido en una pandemia, Ishii y sus empleados cumplen un rol que, si bien no soluciona el problema, lo amaina mediante la simulación. Y volvemos con esa palabra al tema y estilo de Family Romance, LLC.
A finales de los años 50 el antropólogo y cineasta francés Jean Rouch hizo la que me parece su obra maestra: Yo, negro (Moi, un noir, 1957), una película que recrea las vidas de unos inmigrantes nigerianos en Costa de Marfil mediante un singular mecanismo. Las imágenes a veces son testimoniales, pero a veces son ficciones construidas e interpretadas por los nigerianos. Rouch desarma las aduanas entre lo real y lo construido para expresar, a partir de ambos modos cinematográficos, las perspectivas de estos hombres. Frente a la precariedad, el ingenio: el sonido no fue capturado de manera directa, sino añadido en un estudio una vez que
Rouch y sus protagonistas pensaron que tenían suficiente metraje de su cámara de 16 mm. No sé si Herzog se basó en el maravilloso experimento de Rouch o en las experiencias de Ishii, pero la sola ejecución de su película sugiere una intención, al menos, similar a la del maestro francés.
Como ya lo mencionaba, no hay una trama convencional en Family Romance, LLC. El montaje más bien sugiere el de un documental, con escenas carentes de drama en el diálogo y un ritmo pausado, indistinto de pláticas reales. Sólo traicionan la ilusión de testimonio algunos elementos inverosímiles —gags, por lo general—, como la interrupción telefónica de una sesión espiritista a la que asiste una mujer acompañada por Ishii, su esposo rentado. Los planos capturados desde un dron funcionan como transiciones, igual que en los documentales contemporáneos —entre ellos el reciente Meeting Gorbachev (2018), de Herzog—, sin embargo resalta la ausencia de un elemento fundamental en los documentales del gran director alemán: su narración.
Normalmente su voz, asfixiada y un poco agudizada por los años, convierte las imágenes en ilustraciones de sus lúcidos ensayos, pero aunque Family Romance, LLC parece un documental, su estilo directo no imita el de Herzog. Estamos ante una simulación que juega con la realidad para hablarnos sobre una empresa que hace lo mismo. Quizá por esto la imagen más poética de la película nos muestra a Ishii observando unos peces robóticos. No conocemos el interior de este hombre pero nos preguntamos hasta qué punto la musicalización cada vez más melancólica y el final abiertamente melodramático nos hablan de una duda, ya sea en el personaje o en el hombre que representa, sobre la ética de sustituir. Su intención es noble, como la del cine mismo —dar placer mediante la representación—, pero ambas deforman, inevitablemente, nuestra idea del mundo.
Con la misma audacia con que filmó a su elenco hipnotizado, sometió a Klaus Kinski numerosas veces y pasó un barco de un lado al otro de un istmo, Herzog se aventura a la frontera de lo real y nos expresa su fragilidad, incluso ante el riesgo de ser malentendido. Con su reputación en riesgo, quizá Herzog nunca se haya visto tan temerario.
Family Romance, LLC estará gratis en MUBI para todo público el 3 de julio y al día siguiente se podrá ver durante 30 días con suscripción a la plataforma.