Los medios sociales digitales se han convertido en el último decenio en factores de cambios sociales, políticos y económicos en el mundo entero. Su capacidad de influir en el ánimo social, para definir elecciones, derrocar gobernantes o cambiar políticas económicas de una nación, es hoy por hoy incuestionable. Lo hemos dicho en anteriores entregas, son la nueva plaza pública, el espacio en donde confluyen miedos y esperanzas. Detectarlas, reconocerlas y definirlas para luego emplearlas, es parte de las herramientas de la nueva ciencia política.

Pero este escenario no se da sin riesgos. Uno de ellos, el más grave, es mantener muy alto los niveles de miedo, de fobias y de terror, para desestabilizar gobierno, o lo que es aún peor, crear imperios alternos dominados por las mafias que imponen sus nuevas reglas sociales, económicas y políticas.

En la última semana las redes sociales se han llenado de informes sobre la ejecución de policías, lo mismo en Guanajuato, Puebla y Quintana Roo. Aunque pudieran parecer hechos aislados, inconexos y hasta producto de una mala jugada del azar que coloca los asesinatos en la misma línea de tiempo, para nuestro objeto de análisis esto es la construcción de una narrativa con un mensaje muy claro: generar terrorismo en la sociedad.

Este fin de semana vivimos uno de los episodios más crueles de la etapa que analizamos. José Antonio Archi Yama, comandante del Mando Único de la Policía Estatal de Quintana Roo, fue secuestrado la madrugada del jueves, al salir de la base de la Policía Estatal en Playa del Carmen rumbo a su domicilio.

El sábado se difundió a través de redes sociales un video, en donde el elemento policiaco explicaba las supuestas razones de su “levantón”. Una guerra por la “plaza” entre organizaciones de narcotraficantes. Por cumplir su labor y detener a los delincuentes Antonio Archi debía pagar con su vida. Posteriormente se difundieron imágenes suyas decapitado y con huellas de tortura.

Ya en 1974 Brian Jenkins intuía que el terrorismo es un enorme teatro, “los ataques terroristas a menudo son cuidadosamente coreografiados para atraer la atención de los medios electrónicos y la prensa internacional. El terrorismo está dirigido a la gente que mira, no a las víctimas reales.” Hoy los terroristas usan los medios sociales digitales por la facilidad para la difusión anónima de mensajes y por la amplificación que se obtiene de inmediato cuando una publicación genera morbo.

Los esfuerzos de plataformas como Facebook, Instagram y Twitter por mantener a raya este tipo de publicaciones resultan insuficientes, porque casi siempre son más reactivas que proactivas. Las denuncias por la difusión de contenido inapropiado viajan por una carretera lenta, mientras que la multiplicación de los mensajes de terror lo hacen en vía libre y a la velocidad de la luz. Cuando un mensaje ha sido calificado como no apto para las audiencias o violatorio de las reglas de las redes sociales, el daño ya se hizo.

Si el miedo es el creador del Estado moderno, el terrorismo es su expresión más retorcida, que busca generar las condiciones para dar a los terroristas las llaves del reino. Ellos, los creadores del miedo, se presentan como los únicos capaces de mantener a raya el miedo individual en tanto se accede a sus pretensiones de controlarlo todo.

México -hoy menos que nunca- no puede permitirse transitar por un estadio de desesperación, miedo y terror. Todos, quienes interactuamos en los medios sociales digitales, debemos tener la consigna de mantener el ciberespacio seguro, evitando amplificar la propaganda de quienes nos están arrebatando la tranquilidad.

Google News

TEMAS RELACIONADOS