México vivió el 2019 el año más violento desde que se comenzó a tomar el registro de los homicidios dolosos. En este escenario son cientos los niños-adolescentes que son arrastrados por el crimen organizado, como instrumentos para la comisión de delitos o como víctimas involuntarias arrastradas por el entorno en el que les tocó vivir.

En medio de toda esta violencia, un caso irrumpe la normalidad cotidiana del país. La mañana del viernes 10, la del regreso a clases, un estudiante de apenas 11 años, fue el autor de una balacera dentro de las instalaciones de su escuela. Luego de disparar contra maestros y compañeros, dirige la pistola contra su cuerpo y acaba con su vida.

La noticia que se viralizó de inmediato fue el pretexto para que los actores involucrados en la formación de los menores comenzaran a repartir culpas y deslindar responsabilidades. Autoridades escolares, de seguridad ciudadana, padres de familia, sociedad en general, levantaron de inmediato el dedo índice, para decir, miren fuera, aquí no.

Esta discusión se llevó a los medios sociales digitales haciendo del caso Torreón, un tema de un impacto muy alto, con alcance potencial de 114 millones. Generó 52.9 millones de interacciones, 3 millones 781 mil 429 reacciones, 1.9 millones de comentarios, se compartió 7.6 millones de veces y el material multimedia, que en esta ocasión fue el rey del proceso de comunicación, logró 39.4 millones de reproducciones.

Se detectó mayor interacción en los posts que iban acompañados de fotos sin censura de lo ocurrido. Y algo sui géneris del caso es que Instagram, red social que no permite contenido violento explícito, esto incluye asesinatos y muertos, aportó una gran cantidad de interacciones gracias a los comentarios de sus usuarios. La conversación la llevó Facebook con el 29%, Twitter con el 24%, los blogs con el 20%, Instagram con el 15%, YouTube el 8% y otros el 4%.

La interacción la conserva Twitter con el 28%, seguida de Facebook con el 24%, Instagram con el 19%, los portales de noticias con el 13%, YouTube el 10% y otras redes el 6%.

De inmediato se posicionaron las etiquetas: cadáveres, #Torreón, #Tiroteo, #Lópeznosestamatando, Mochila Segura, Coahuila, Niño del Colegio Cervantes, #ColegioCervantes, Torreón, Natural Selection. Bajo la cual se desarrolló toda la conversación.

Sin embargo, al poco tiempo los periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela causaron polémica, luego de postear un video en YouTube bajo el encabezado: “Un niño nacido en la Guerra de Caderón mata a maestra y se suicida”. Lo que hizo que la conversación cambiara de narrativa, haciendo surgir nuevas tendencias, entre las que destacan: La Octava, Guerra de Calderón, #LosPeriodistas, Miguel de la Madrid, #CalderonesNarco.

El humor social digital, a diferencia de otros temas que hemos aquí analizado, estuvo muy fragmentado. El 19% lamentó los hechos y dijo que el niño es una víctima más de la sociedad violenta e indiferente en la que vivimos, el 15% se preocupó por el interés superior de la niñez a ser amados y protegidos y pidió que si no pueden cumplir con sus funciones paternas que no tengan hijos. El 13% se mofó del gobernador de Coahuila, por declarar que el actuar del menor estuvo influenciado por los videojuegos; el 12% lamentó la muerte de la profesora y dijo que los docentes no pueden suplir la falta de educación que tienen en casa hoy los alumnos.

El 11% consideró que este es un ejemplo clásico del acoso escolar y la violencia que se vive en México; el 10% lamentó que los hechos sirvan para politizar y culpar a gobiernos anteriores; un 16% fue dividido a partes iguales por quienes consideran que los operativos mochilas no solucionan de fondo el problema y por quienes dicen que el menor ya traía odio al nacer, porque “hay personas que así nacen”. Finalmente, el 4% de la población pidió trabajar sin violencia con los niños.

Casos como este son fácilmente presas de los estigmas y las etiquetas, porque parecen solucionar el problema de manera inmediata. Verlo como un resultado de algo, es lo más sencillo que se puede hacer. El gobernador de Coahuila se apresuró al culpar a los videojuegos de la violencia. Algún sector dijo que la culpa era de los padres, sin conocer la historia familiar. Otros más dijeron que porque las escuelas no hacen algo para detener la violencia. Y hubo hasta quien irresponsablemente culpó a regímenes que ya no están.

Lejos de respuestas fáciles sería mejor respirar y comenzar a dialogar sobre cuál es la responsabilidad personal en la escalada de violencia.

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