La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que impide la ampliación del periodo de gobierno de Jaime Bonilla en Baja California, le vino “como anillo al dedo” al presidente Andrés Manuel López Obrador.
López Obrador lleva casi el mismo tiempo que la pandemia confinado a sufrir debacle, tras debacle en la opinión pública, que le guste o no, repercute en su tan amada idea de ser el mandatario más popular y más querido.
La pasada no fue la mejor semana para el líder de la 4T. La idea ampliamente consentida entre un grupo amplio de la población de que el gobierno mexicano maquilla las cifras reales de infectados y muertos por el Coronavirus vino a ser alentada por sendos reportajes en medios internacionales.
Comienza a pesar más en la gente y entre sus propios seguidores que rumbo al segundo año de su gobierno no se haya podido todavía despojar de figuras altamente cuestionadas, como Manuel Bartlett Díaz, que se ha mostrado como un hábil negociante al amparo del gobierno (cualquiera que sea su filiación).
Por si fuera poco, inició la semana con el cuestionado ordenamiento que confiere legalidad a la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública hasta el 2024.
En este contexto, en su mensaje de las mañanas lo dejó en claro, no se puede ser de la 4T sin aceptar todo lo que venga del gobierno. Quien cuestiona es un traidor, que está de lado de la corrupción.
Así, el anuncio de la SCJN de que Jaime Bonilla Valdez sólo puede quedarse en la gubernatura el tiempo por el cual fue electo. Le viene como un auténtico bálsamo que restaura su tan golpeada imagen.
Las redes sociales reaccionaron en ese sentido. Pasaron de la crítica dominguera porque a Obrador YouTube le bajó un video en el que empleó sin licencia un contenido musical, a avalar la decisión de la Suprema Corte. El 33% de los comentarios que se habían registrado al caer la tarde vieron esta determinación como un triunfo para la democracia.
El 22% lo ve como una venganza política porque Bonilla declaró públicamente que el gobierno federal estaba ocultando la cifra de los muertos por coronavirus y que estaba dejando solos a los estados en su lucha contra el Covid19.
El 14% le recordó a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, aquella declaración en la que aseguraba que el morenista se quedaría 5 años gobernando Baja California. El 10% considera que no es una victoria, porque sólo se trata de la primera etapa del proceso jurídico.
Un 9% ven en la Corte independencia y esperan que esta se mantenga. El 8% dice que con esta sentencia Obrador demuestra que se está con él o se está contra él.
Las principales etiquetas bajo las que se movió la conversación, contabilizadas en millones de alcance, fueron #LeyBonilla 94, SCJN 72, Baja California 67, #GanóLaDemocracia 67, Jaime Bonilla 88, Suprema Corte 81, Ministros 56. Facebook lidera la conversación con el 34% y Twitter lo hace en las interacciones con el 41%.
Cualquiera que sea la lectura que se le quiera dar al fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es claro que hay un ganador y un perdedor. El gran ganador es Andrés Manuel López Obrador. Podrá presumir muchas medallas: la independencia del poder judicial, en los tiempos más álgidos de presidencialismo exacerbado; ser el garante de la vida democrática del país, que muestra una vez más que ya no hay corrupción; un hombre fuerte, que puede dar un manotazo en la mesa si sus huestes se salen de control.
El gran perdedor es sin duda -hasta hoy, porque en política no hay derrotas para siempre- Jaime Bonilla. Quien pasó a formar parte de las filas de lo que los bolcheviques, con Vladimir Lenin a la cabeza, llamaban “tontos útiles”; simpatizantes y propagandistas del socialismo, que sólo eran usados mientras era útiles y fácilmente sacrificados, por el bien supremo de la revolución.
¿Podría haber más manotazos en la mesa?, ¿más triunfos para la democracia?, ¿más tontos útiles? Esas preguntas tienen respuesta en el futuro, lo de hoy, para Obrador es celebrar su anillo al dedo.