En el año de 2003 Barbara Streissand presentó una demanda por cincuenta millones de dólares contra el fotógrafo Kenneth Adelman fundador y creador de un proyecto de monitoreo de la costa de California.

La famosa actriz argumentó que en el sitio www.californiacostline.org se violentaba el estatuto anti paparazzi, se buscaba lucrar con su nombre y amenazaban contra su seguridad.

Solo entonces la opinión pública se enteró que entre las 12,000 fotos que tenía publicadas el sitio se encontraba una, una sola, donde se mostraba una propiedad a nombre de la actriz en Malibú. La atención mediática y notoriedad que recibió el sitio fue mucho mayor a la que hubiera recibido anteriormente. La fotografía recibió en un solo mes 420,000 visitas, que en 2003 era un número muy muy considerable y mucho mucho mayor a lo que podría haber aspirado el sitio en muchos años de existencia.

Adelman argumentó que el solo añadió una fotografía que reflejaba un hecho público y notorio, la existencia de una casa y de un acantilado, el resto, incluyendo el costo del inmueble y la molestia de la propietaria corrió por cuenta de la quejosa. Al final del día un juez desechó la demanda y condenó a pagar a Streissand la cantidad de $ 155,567 dólares por concepto de gastos legales al señor Adelman.

Esta historia dió origen al término “efecto Streissand” que se usa para referirse a cuándo la fuerza de la reacción no es proporcional a la acción que la genera, y que para infortunio de algunos le otorga notoriedad a aquello que queremos negar o minimizar. Han pasado 17 años del incidente de Barbara, y aun hoy hay situaciones en que por ingenuidad, emoción o por perversidad de los asesores, se sigue cayendo en el mismo error.

Hoy la tecnología y la velocidad de las comunicaciones nos incita a malinterpretar, a equivocarnos, a caer en las agendas de los contrincantes.

Hace unos días el equipo de @JoeBiden lanzó un spot, donde se contrasta al candidato demócrata corriendo con una sonrisa junto al entonces presidente @BarackObama mostrando imágenes de @RealDonaldTrump bajando con dificultad por una pendiente en una reciente graduación en la conocida academia militar de West Point y requiriendo de las dos manos para dar un pequeño y difícil sorbo a un vaso con agua. Al cierre del spot se establece “Joe Biden: puede correr y tomar agua”. Si bien la salud es una de las cuatro “S” fundamentales en las campañas de contraste, llama la atención que los estrategas demócratas opten por apostarle a la polarización y a la división, justo en un momento donde la sociedad americana clama por la unidad y la paz. Fue el mismo Trump en el 2016 quien señaló que Hillary Clinton no tenía la fuerza física necesaria para ser presidente y fueron los demócratas quienes entonces cantaron un golpe bajo. Solo para la referencia, uno de los presidentes más queridos y respetados de Estados Unidos tenía una discapacidad motriz y gobernó desde una silla de ruedas, así que “correr” no es un atributo fundamental que la sociedad americana requiera en sus mandatarios.

La campaña de Joe Biden tiene dificultades para ganar en internet, situación muy preocupante en un momento donde todas las campañas están centradas en lo digital. Sus videos y sus mensajes apenas llegan a una fracción de los que presenta Donald Trump, además de que la gran mayoría de ellos se encuentran centrados en la figura del mandatario, y si bien tratan de ridiculizar sus mensajes o mostrar lo equivocado de sus acciones no logran mostrar una alternativa clara que enamore al votante indeciso o que haga mella en aquellos que votaron por Trump. Al día de hoy los votos que haya perdido el presidente americano rumbo a su reelección los ha perdido el solo, nadie le ha quitado nada, estos votantes muy probablemente se abstendrán de ir a las urnas. Por el contrario el uso de herramientas tecnológicas y grandes estrategias digitales se perciben en la campaña de Trump.

El otro problema es el dinero, con datos del New York Times, aun cuando la campaña de Biden recaudara un millón de dólares al día de aquí a noviembre no alcanzarían a tener lo que reportó el partido republicano como fondos disponibles al inicio del mes de abril. El dinero está, sin duda, del lado del presidente.

Y por último, los mayores esfuerzos comunicaciones de los demócratas provienen de los Super Pacs, que si bien están muy activos y soltando la chequera, la ley les prohíbe coordinarse en una sola estrategia, y al parecer tienen varias lecturas al respecto, los más poderosos difunden materiales sobre la estrategia fallida en la pandemia, otros sobre lo errático y polémico del mandatario y también sobre racismo y derechos civiles. Todos los republicanos tienen la misma lectura: apoyo popular, en línea y en tierra, fuerza y renovación de la promesa de la grandeza de América.

Todo eso sucede en el país vecino, cualquier similitud con lo que sucede de este lado de la frontera es coincidencia, si coincidencia en la forma poderosa y penetrante de comunicar de ambos mandatarios. Para derrotar al presidente norte americano a su oposición no le basta estar unida, le urge una buena estrategia.

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