Mientras el gobierno federal y los gobiernos estatales siguen dando palos de ciego, se va imponiendo, en cada vez más territorios, una violencia demencial con una saña que estremece. En Lagos de Moreno 514 personas “levantadas” dan cuenta del horror, más de 100 mil en todo el país.
Los homicidios se multiplican en Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas, Zacatecas, Oaxaca… Cabezas cercenadas en Chilpancingo; en Michoacán, los productores de limón y aguacate sufren las extorsiones de los criminales; en Acapulco, los comerciantes de la costera Miguel Alemán y en los mercados municipales tienen que pagar derecho de piso; en tramos carreteros como la llamada “Carretera de la muerte” (219 km. de Monterrey a Nuevo Laredo), se cuentan más de 200 desaparecidos. ¿Por qué no hay responsables de la impunidad con la que operan los criminales?
Las patrullas de la Guardia Nacional se ubican en puntos estratégicos para detener y extorsionar a los choferes que transportan mercancías y productos pecuarios, pero están ausentes, por miedo o complicidad, en los tramos en los que operan los asaltantes.
¿Servía de algo el cuartel del 27 batallón de infantería en Iguala mientras la banda “Guerreros Unidos” asolaba a la población? Y qué decir del destacamento que se ubicaba a unos cuantos metros de donde decenas de sicarios recorrieron con total descaro las calles de la comunidad de La Tuna, unos minutos antes de acribillar a Hipólito Mora.
Y mientras el país se nos va de las manos, el presidente sigue engolosinado pregonando su grandeza, remachando las cifras de lo que nunca antes se había hecho porque él es el más egregio de todos los que ocuparon La Silla del Águila. Y sus seguidores, que suman millones, mantienen invariable su devoción al líder que le ha dado resonancia a sus frustraciones y del que reciben dinero contante y sonante que parece salir de su bolsa.
¿Importan en verdad los avances depredadores en la construcción del Tren Maya o de la refinería Olmeca con sobrecostos de escándalo cuando estamos perdiendo al país? ¿Qué tanto importan los apoyos sociales a los jóvenes cuando las bandas criminales reclutan y entrenan a miles de muchachos para extorsionar, torturar y destazar seres humanos? ¿Jóvenes construyendo el futuro?
Y mientras el presidente explica que para responder al desafío de la inseguridad está atendiendo las causas estructurales (la pobreza y la desigualdad), la sangre de inocentes se desparrama por todas partes y miles de fosas clandestinas ocultan los despojos de quienes tuvieron la desgracia de estar en el lugar y en la hora equivocados o se negaron a ser reclutados o extorsionados.
Ante este panorama que estremece, la primera tarea para un gobierno de alternancia será atender el enorme desafío de la delincuencia con un enfoque sistémico e integral. No será fácil, pero un liderazgo legitimado en las urnas podrá llamar al Estado todo (los tres poderes y los órganos autónomos, los gobiernos estatales y municipales) y a la sociedad, a contener primero y replegar después a las bandas criminales que hoy imponen su ley a sangre y fuego. Aplicación del Estado de Derecho, no más abrazos, no más impunidad.