Hubo un tiempo en el que prevalecía la máxima de que la Secretaría de Gobernación “debía sentirse, no verse”. La compleja preservación de la gobernabilidad, reclamaba sensibles tareas de inteligencia y decisiones oportunas y eficaces para desactivar conflictos, disuadir intentos desestabilizadores, conducir la relación con los otros poderes y con los gobernadores… aunque muchas veces esa conducción “discreta” ocultaba el manejo autoritario, como ocurrió con los horrores en los que participó la Dirección Federal de Seguridad (DFS), pero el protagonismo de los responsables de la política interior habría sido un sinsentido.

Otro enunciado para los hombres de Gobernación era: “mucha oreja y poca lengua”, pero hoy se reemplaza el manejo juicioso de los conflictos sociales y políticos por un manoseo torpe y ruidoso.

El subsecretario recién llegado, Ricardo Peralta Saucedo, gusta de los reflectores, y en movimientos caracterizado por altas dosis de improvisación, se ha reunido con colectivos cuyos vínculos con criminales han sido expuestos por los propios gobernadores y por estudiosos del fenómeno delincuencial: grupos de “autodefensas” infiltrados por delincuentes o, de plano, inventados como fachadas para actividades criminales.

Ante el protagonismo de Peralta, los gobernadores de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca; de Michoacán, Silvano Aureoles, y de Guerrero, Héctor Astudillo, han reprobado los arreglos que pretende el subsecretario. García Cabeza de Vaca ha aclarado que en Tamaulipas no hay autodefensas, sino bandas criminales; Silvano Aureoles ha advertido que la violencia no se acabará apapachando delincuentes, y el de Guerrero, Astudillo, ha aclarado que el único grupo con sustento legal en su estado es la CRAC.

Peralta fue un efímero administrador de aduanas (duró apenas cinco meses), allí también mostró su proclividad a tomar decisiones “no institucionales”: en marzo la titular del SAT, Margarita Ríos Farjat, le envió un oficio en el que detalló diversas irregularidades: tomarse atribuciones que no le correspondían y que ameritaban sanciones de la Ley General de Responsabilidad Administrativa y, al parecer, cuando estaba a punto de destituirlo, una feliz coyuntura (la salida de Zoé Robledo de Gobernación para ocupar la dirección del IMSS) le abrió un espacio de alta sensibilidad.

Algunos lo señalan por su participación en los arreglos que llevaron al congreso de Baja California a decretar el inconstitucional aumento de 2 a 5 años del gobierno de Jaime Bonilla y su defensa (“a título personal”), de esa aberración jurídica.

El surgimiento de las auténticas autodefensas ha sido la reacción desesperada de las comunidades ante el avasallamiento de grupos criminales, pero expresa el fracaso del Estado de su responsabilidad primigenia: garantizar la seguridad de las personas en su patrimonio y en su integridad física.

Lo que se está viviendo en anchas franjas del territorio nacional habla de una añeja incompetencia gubernamental para pacificar al país; especialmente significativo es el proyecto fallido en Michoacán, donde Alfredo Castillo se impuso como el poder de facto, se gastaron cientos de millones de pesos sin reglas y sin resultados: anchas regiones del estado, como los productores de aguacate, viven como ayer bajo la extorsión de bandas criminales.

El jueves 22 de agosto el presidente desautorizó al funcionario por no ajustarse a lo que disponen la Constitución y las leyes ni a lo acordado en las reuniones del gabinete de seguridad. La secretaria Olga Sánchez Cordero ha declarado que acatará la instrucción presidencial y que suspenderán los diálogos con grupos de autodefensa y ha dicho también que la propuesta de esos encuentros surgió de Peralta, quien se está convirtiendo en un dolor de cabeza para Sánchez Cordero y para el gobierno de López Obrador.

En momentos en que el escenario sociopolítico se descompone, en Gobernación se ubican aprendices de brujos que lejos de resolver problemas, los agravan, quizás porque creen, como lo escribió Peralta en su propia biografía, el dictum “todo lo puedes”; ¿todo?

Presidente de GCI. @alfonsozarate

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