Hemos asistido a un fétido espectáculo de pesca y buceo en aguas más negras que las que inundan Chalco.

Magú

Los Yunes, padre e hijo, le fallaron a México, y lo hicieron en un momento crucial: cuando se decidía la reforma que abre la brecha que conduce a un régimen autoritario. El mismo Yunes al que los de Morena llamaban corrupto y pederasta y el mismo que llamaba al presidente loco y vividor, fue escoltado en su ingreso al salón de plenos del Senado por Adán Augusto López y apapachado por el rebaño.

Para salvar su pellejo, los Yunes le dieron al oficialismo el voto que necesitaba para reconfigurar el régimen. Pero no son los únicos traidores, están también el senador emecista Daniel Barreda, los senadores del PRD, Sabino Herrera y Araceli Saucedo, que se sumaron a Morena unas semanas antes de la instalación de esta legislatura; los gobernadores priistas que traicionaron a su partido, rindieron la plaza y fueron compensados con cargos diplomáticos o legislativos: Quirino Ordaz, Claudia Pavlovich, Carlos Miguel Aysa, Carlos Joaquín, Omar Fayad, Alejandro Murat y Alfredo del Mazo; los dirigentes empresariales abyectos que, como Francisco Cervantes, callaron y aplaudieron las barbaridades de este gobierno...

También le fallaron a México los consejeros del INE Guadalupe Taddei, Norma de la Cruz, Arturo Castillo, Uuc-kib Espadas, Carla Humphrey, Rita Bell y Jorge Montaño, y los magistrados del Tribunal Electoral Mónica Soto, Reyes Rodríguez, Felipe Fuentes y Felipe de la Mata... Hundieron a México los reptiles con fuero que están allí para acatar las órdenes del jefe supremo aunque se lleven al país entre las patas... Y los millones de electores alimentados con halagos y pensiones que han beatificado a un hombre que se ha propuesto levantar a un país sobre las ruinas.

Del gobierno de los puros al gobierno de los rudos. Estamos ante el alumbramiento de un nuevo régimen que nos retrotrae a los tiempos de Díaz Ordaz y ese alumbramiento se da con los peores usos del poder: intimidaciones, sobornos, extorsiones y el cinismo, la cobardía e hipocresía de los que siempre estuvieron dispuestos a venderse, un amasijo infame. ¿Qué tuvo que pasar para que llegara al poder esta clase política tan mediocre, engreída y prostituida?

El proceso que culminó con la aprobación de la reforma judicial constituye la venganza de un hombre pequeño contra quienes tuvieron la arrogancia de creerse independientes. Hubiera sido tan fácil, ministra Norma Piña, ponerse de pie ante la presencia del presidente, permitir que leyes secundarias le enmendaran la plana a la Constitución, aprobar la prórroga al mandato de Arturo Zaldívar, aceptar el traslado de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa… Hubiera sido tan fácil.

La Cuarta Transformación está pariendo un régimen autoritario que nace con fórceps y de la peor manera, con la paternidad de políticos de baja estofa y la persuasión de carpetas de investigación judicial. ¡Se consumó la hazaña!

Presidente de GCI.

@alfonsozarate

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