El mismo presidente de la República que, en la primera hora de su gobierno, se mostraba exultante, hoy muestra evidentes signos de agotamiento. La disminución del poder presidencial, que tradicionalmente ocurre en el último tramo del gobierno, ya está en curso.
Son varios los hechos que muestran que el gobierno está agotando su capacidad para imponer sus decisiones: Morena y sus aliados no alcanzaron la mayoría calificada en la Cámara de Diputados que les habría permitido avanzar en la captura de los organismos incómodos: el INE, el Inai y hasta el Banco de México.
Uno de los movimientos más alarmantes de este gobierno fue su decisión de introducir un artículo transitorio a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación para prorrogar el mandato del ministro Arturo Zaldívar como presidente de la SCJN y de varios miembros del Consejo de la Judicatura. A pesar de la inconstitucionalidad del transitorio, López Obrador lo defendió diciendo que no era reelección, sino prórroga y soltó la tesis de “el hombre necesario”: solo Zaldívar podría concretar la reforma judicial.
Semejante despropósito fue interpretado por algunos analistas como un intento para explorar con los mismos argumentos la posibilidad de prolongar su mandato: no se habría tratado de una reelección, sino de una prórroga y solo Andrés Manuel podría cimentar las transformaciones “de calado histórico” que están en curso.
La aprobación por la mayoría de Morena en ambas cámaras del Congreso de la Unión encontró el repudio de estudiosos y constitucionalistas y resistencias en la Judicatura. Finalmente, y tras conocer que su prórroga sería intransitable, Zaldívar anunció que no permanecería más allá de la fecha para la que fue elegido.
Por si esto no fuera suficiente, en el TEPJF la caída del magistrado José Luis Vargas le reduce a López Obrador márgenes de maniobra y el exhorto presidencial a los magistrados que integran la sala superior a que renunciaran fue ignorado. Al parecer, ya están curados de espantos.
En el INE, ignorando intimidaciones, los consejeros cancelaron una sobrerrepresentación que en el pasado reciente benefició a Morena y mantuvieron las sanciones que impidieron su registro a los candidatos a las gubernaturas de Guerrero y Michoacán Félix Salgado y Raúl Morón.
Otro indicador del debilitamiento del poder presidencial es el hecho de que a pesar del golpeteo incesante que sufren algunos organismos autónomos e instancias de la sociedad civil, mantienen su compromiso ético.
Este gobierno entró ya a su fase menguante. Los fracasos en los temas más sensibles (economía, salud, seguridad) ya no pueden ocultarse, y una pregunta se impone: ¿esto fue todo? ¿Llevar las pensiones sociales a la Constitución?, ¿destruir instituciones de la “negra noche del neoliberalismo”?, ¿avanzar en la construcción del nuevo aeropuerto en Tizayuca, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas? ¿A eso se le puede llamar “un momento estelar en la historia de México”? ¿Esto fue la Cuarta Transformación que prometió Andrés Manuel, etapa siguiente de la Independencia, la Reforma y la Revolución?
@alfonsozarate