Las palabras del abogado Javier Coello Trejo portan una advertencia que resuena en múltiples oídos. Enrique Peña Nieto —quien encabezó esa cofradía rapaz e inepta que gobernó al país en el periodo 2012-2018— recibe el mensaje. También lo escucha Luis Videgaray, coordinador de la campaña presidencial, quien, más astuto que Peña Nieto, ha procurado ocultarse y apartarse de escándalos.

Un atisbo tempranero de que algo de grandes proporciones se estaba fraguando para ganar a cualquier costo la elección de 2012, tuvo lugar el 27 de enero de 2012 en el aeropuerto de Toluca, cuando fueron detenidos funcionarios del gobierno de Javier Duarte que transportaban 25 millones de pesos en efectivo. El argumento para justificar ese movimiento inusual no podía ser más infantil: que el dinero estaba destinado a pagar gastos de la Cumbre Tajín, la Feria de la Candelaria y el Carnaval de Veracruz. Aquello era apenas una pizca de lo que estaba en curso: toda una estrategia para comprar la elección presidencial; los recursos vendrían de todas las fuentes posibles y, allí, Emilio Lozoya Austin jugaría un papel crucial. Algunos de los directivos de Odebrecht lo han señalado como uno de los beneficiarios de sus sobornos durante los días en que se desempeñaba como coordinador de vinculación internacional del equipo de campaña: habría recibido 7.8 millones de dólares en abril de 2012.

Ya en el poder, el presidente Peña Nieto nombraría a Lozoya Austin, un experto en inversiones y triangulaciones, director general de Pemex. Reportes de la Auditoría Superior de la Federación evidencian su ineptitud y deshonestidad.

La aprehensión de Lozoya el pasado 12 de febrero (en Málaga, España) se da en momentos en que el escenario se nubla por la recesión económica, la inseguridad desbordada, el desabasto de medicamentos, la “rifa” del avión presidencial y la violencia contra las mujeres que alcanza niveles de horror, y cuando algunos comentaristas insisten en un extraño “pacto” de no agresión entre López Obrador y Peña Nieto; de ahí que tampoco se hable de Luis Videgaray, el poder tras el trono, ni de Gerardo Ruiz Esparza, operador de los contratos ventajosos para las constructoras preferidas (OHL y Odebrecht, entre otras) desde sus días en los gobiernos de Arturo Montiel y Peña Nieto en el Estado de México.

Al parecer, la detención de Lozoya permitirá jalar una hebra que conducirá a Peña Nieto, aunque su aprehensión podría administrarse para concretarla en un mejor momento: cuando sea necesario empujar la votación para Morena o el apoyo social al presidente.

Los procesos en curso (contra Javier Duarte, Rosario Robles, Juan Collado, Alonso Ancira...) parecerían traducirse en el fin de la impunidad. Sin embargo, para moderar el optimismo, hay que tener presentes resoluciones escandalosas del Poder Judicial, sentencias benévolas y exculpación de criminales.

Para evitar una nueva decepción es imperativo que la Fiscalía General de la República (FGR) arme consignaciones sólidas y que los jueces resuelvan con apego a la ley. Por lo pronto, quien fuera “joven líder global” está hoy en cárcel y, si la advertencia de Coello Trejo es seria, salpicará a Peña Nieto, Videgaray y Ruiz Esparza. ¿Les llegó su hora?

POSDATA

Dicen que el doctor Miguel Ángel Celis es el mejor neurocirujano de México. Tal vez. Pero cabría preguntarse si esa es la condición pertinente para ocupar la dirección general del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía; un cargo que debería ejercer no el mejor médico sino un eficiente administrador. Por otra parte, si las denuncias que recabó la Junta de Gobierno que lo destituyó son ciertas: malos manejos administrativos que se tradujeron en la carencia de los insumos más básicos, “arreglos” con proveedores, incumplimiento de normas sanitarias, etcétera, su remoción habría sido justificada. No obstante, contamina la decisión el hecho de que el doctor Celis se haya opuesto a que el Instituto se uniera al Insabi y haya anunciado que seguiría solicitando contribuciones de acuerdo con el nivel socioeconómico del paciente. Hay mucho por conocer.



Presidente GCI.
@alfonsozarate

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