Hay preocupación en Palacio Nacional. A menos de dos meses de la cita ante las urnas, no les salen las cuentas. La convicción que tenían de que las elecciones del 6 de junio serían un paseo triunfal, hoy no dan para el jolgorio.
Los cambios en el humor colectivo y los inciertos resultados les generan insomnio. Quizás en sus propios estudios de opinión o reportes de inteligencia, son varios los indicios de que algo anda mal en el frente electoral, tal vez porque finalmente empiezan a pesar los cientos de miles de muertos por la pandemia, el terror que imponen en muchísimas regiones las bandas criminales, la falta de medicamentos que angustia a las familias de los enfermos y la pérdida del patrimonio y del empleo.
El primer indicio de ese miedo es la terquedad del presidente de incidir en el ánimo de su clientela, negando su condición de presidente de todos los mexicanos. La advertencia de que la oposición quiere derrotarlos en las urnas “para quitarle el dinero a los pobres”, es su manera de llamarlos a acudir a las urnas y votar por los candidatos de Morena para defender sus pensiones y apoyos. Esto se refuerza con su anuncio de que una vez transcurridas las elecciones dará otro incremento sustantivo a las pensiones para los adultos mayores.
En el mismo sentido va el llamado “Acuerdo para la democracia”, que propuso para comprometer a las autoridades federales, estatales y municipales a hacer algo “excepcional”: cumplir lo que ordenan las leyes: no meter la mano en los procesos electorales. Seguramente las experiencias recientes en las elecciones en Coahuila e Hidalgo, donde se impuso el PRI, les mostraron que los programas sociales poco pueden hacer ante la operación a ras de suelo de los gobernadores. Pero el primero en incumplir el Acuerdo ha sido el propio presidente de la República, unas cuantas horas fueron suficientes para que volviera a la carga y se asumiera no como el jefe del Poder Ejecutivo sino como el líder real de Morena.
Lo tercero es la precipitación con la que el presidente y sus operadores en el Congreso de la Unión están aprobando iniciativas para apuntalar su proyecto. Como ocurrió con las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica en el Senado, no pueden permitir que la discusión razonada difiera aprobaciones que tienen que salir ya, aunque presenten vicios de inconstitucionalidad. Les urge trastocar el andamiaje jurídico porque temen que en la próxima legislatura ya no tengan los votos suficientes.
En cuarto lugar está la ofensiva para desprestigiar e intimidar al Instituto Nacional Electoral (INE). El gerente de Morena, Mario Delgado, habla incluso de la posibilidad de extinguirlo. Detrás de esta campaña para vulnerar al árbitro parece estar la idea de construir una narrativa que sirva para explicar resultados adversos: “nos robaron las elecciones”.
Todo esto revela el miedo o, al menos, la incertidumbre que en estos días domina en Palacio Nacional respecto del resultado electoral del 6 de junio.
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate