La carta que el presidente de la República le dirigió al ministro Arturo Zaldívar, en la que demanda que se investigue a un juez federal, exhibe los peores usos del poder.

No se trató de la comunicación prudente —en todo caso innecesaria, porque hay vías jurisdiccionales para recurrir el fallo— del titular del Poder Ejecutivo de la Unión a quien encabeza otro Poder, sino de un mensaje intimidatorio. Solicita que el Consejo de la Judicatura Federal “lleve a cabo una investigación para esclarecer la actuación del juez Gómez Fierro en este episodio” y, de paso, denuncia la participación de personas, organizaciones y empresas afines al antiguo régimen, “que tenían como modus operandi la corrupción”, afectando a la mayoría de los mexicanos, “en especial a los más pobres”. Por último, suelta los nombres: la firma española Iberdrola, Claudio X. González y el ministro en retiro José Ramón Cossío.

En distintos momentos, el presidente ha llamado a Claudio X. González y a su hijo corruptos y defraudadores fiscales, más aún, los ha acusado de haberse robado la elección presidencial de 2006. Por su parte, de Cossío dice que cuando estuvo en el Poder Judicial “legalizó injusticias de grupos minoritarios o guardó silencio cómplice ante corruptelas y arbitrariedades”.

Rehén de sus resentimientos, de sus fobias y miedos, ve conspiraciones contra la patria donde no hay sino visiones distintas. No se da cuenta de que no son gigantes, sino molinos de viento. Y en ese desenfreno, parece creer que el voto de millones de mexicanos lo autoriza a pasar por encima de todo, aun de la Constitución. Lo que tenemos es un gobierno, a un tiempo, abusivo y quejumbroso, que no admite sus errores, se victimiza y culpa de todo a los conservadores, a los neoliberales.

Y para doblar a sus críticos, desde distintas instancias gubernamentales se apresuran a construir, como en los peores tiempos, expedientes “negros” de quienquiera que se atreva a hacer algo que entorpezca sus decisiones.

Cuando un particular llama a un sujeto tramposo o corrupto todo queda en habladurías, pero cuando el que suelta esas acusaciones es el mismísimo presidente de la República, estamos frente a algo cuyas implicaciones pueden ser muy graves, pero no lo sabe.

POSDATA. Carlos Romero Deschamps, el poderoso líder del sindicato petrolero, renunció a su plaza laboral en Pemex. El presidente lo informó este martes. No se trató del desenlace deseable de una denuncia judicial y una condena. Aunque las evidencias del enriquecimiento escandaloso de Romero y su familia son públicas, se optó por un apretón presidencial.

Como el mismo López Obrador lo informó, Romero Deschamps renunció por voluntad propia y “por un exhorto”. Así llamó el presidente a lo que en el lenguaje de Vito Corleone era hacer una oferta que no podían rechazar.

El resultado es la impunidad y permitir que a trasmano, siga mangoneando al sindicato. Cómo no evocar El Gatopardo: “Si queremos que todo siga como está es preciso que todo cambie”.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate

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