¿Cuándo empieza la disputa sucesoria? En los tiempos dorados del PRI la lucha —que, aunque soterrada, se vivía desde el inicio de la nueva administración— se acentuaba después del quinto informe de gobierno. El Gran Elector procuraba manejar los tiempos porque sabía que su enorme poder empezaría a declinar a partir del momento en que hubiera candidato. Por esos años, don Fidel Velázquez proclamaba que la sucesión era como la fotografía: “el que se mueve no sale”, sentenciaba.
Todo cambió en 1997, recién concluidas las elecciones intermedias, cuando el entonces gobernador de Guanajuato, Vicente Fox, anunció que buscaría la candidatura presidencial de su partido. Interrogado sobre las razones de semejante apresuramiento, El bato con botas respondió con su refinado lenguaje: “Porque buscar la presidencia no es enchílame la otra”.
Hoy, un hecho trágico —el derrumbe de una trabe en la estación Olivos del Metro de la Ciudad de México— desató a los demonios. Por una extraña conjugación de acontecimientos, el desastre interpela a los dos personajes que por su cercanía a López Obrador parecían predestinados a enfrentarse, pero no tan pronto.
¿Dónde recae la responsabilidad de esa tragedia que puede cancelar sus aspiraciones? ¿En Marcelo Ebrard, el jefe de Gobierno que se propuso construir una nueva línea del Metro que sería el orgullo de su gestión, pero que desde el inicio fue objeto de severos cuestionamientos por su diseño, su trazo, la adquisición de carros y ruedas metálicas, además de los sobreprecios y la presunta corrupción?
¿En Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno, por la falta de mantenimiento y porque el accidente ocurre después de más de dos años de gobierno? ¿Y qué decir de las culpas del Presidente y su enfermiza austeridad, que lo mismo ha desaparecido fideicomisos que retirado recursos destinados a la compra de medicinas para niños con cáncer, a la Agencia Federal de Aviación Civil o al Sistema de Transporte Colectivo Metro, para poder financiar sus programas prioritarios?
De pronto, las contradicciones en el origen y el destino de algunos de los cuadros más importantes de Morena empiezan a aflorar y los golpes por arriba y por debajo de la mesa se hacen más feroces. A la filtración de un dictamen que señala la responsabilidad de Ebrard siguen las revelaciones sobre las finanzas de la madre de Sheinbaum, que aparece en los Panamá Papers. Es la ruda lucha por el poder.
Como en los años dorados del PRI, Andrés Manuel es el depositario de la facultad suprema de escoger al candidato presidencial, quizás su sucesor. Pero eso no quiere decir que no pueda descarrilar a alguno o algunos de los presuntos herederos —como hizo Luis Echeverría con Emilio Martínez Manatou— para abrirle paso a algún “caballo negro”: ¿Juan Ramón de la Fuente?
El derrumbe en la estación Olivos del Metro catalizó una pugna apenas contenida. Ya está en curso una guerra “de baja intensidad”. Se soltaron los demonios.
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate