Pudo ser que el dirigente formal de Morena, Mario Delgado , hubiera tenido la imperiosa necesidad de pasar al baño, o quizás lo perdió la desesperación por sustraerse del encono de militantes de su propio partido, inconformes con el manejo de las postulaciones que han hecho candidatos a personajes que apenas en los días previos a su registro militaban en el PRI . Pero lo cierto es que la decisión de aquel 16 de abril, de meterse apresuradamente en una de las letrinas instaladas en la explanada del INE , le permitió a varios fotógrafos imprimir una placa memorable que hizo la delicia de los caricaturistas .

Después de la tramposa elección que convirtió a Delgado en gerente del partido, lo que ha ocurrido es la sucesión de episodios que lo retratan de cuerpo completo y descubren de qué está hecho. Su discurso, que imita al de un orador de plazuela, se propone intimidar a la autoridad electoral , es el de un buscapleitos.

A la lastimosa postulación de Félix Salgado Macedonio como candidato a la gubernatura de Guerrero , se suman otros hechos lamentables, como la protección al diputado Saúl Huerta Corona , acusado de abuso de menores, y el manejo desaseado de las candidaturas.

En su alegato ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ( TEPJF ), el propio Salgado reconoció lo que negó muchas veces: que sí hizo precampaña y que desde el mes de enero entregó a su partido el informe de ingresos y gastos, pero que fue el partido el que no los presentó en tiempo y forma. Las áreas responsables de documentar y presentar estos informes ante el INE se desentendieron, por ignorancia , desgano o soberbia de realizar un trámite sencillo, pero necesario, y cuyo incumplimiento llevó al INE a negar el registro a sus candidatos para gobernador de Guerrero y Michoacán.

Lo que es evidente es que ni el presidente López Obrador ha podido quitarse el chip de activista (lejos de llamar a la unidad nacional, maltrata a sus críticos y enrarece el ambiente político), ni Morena el de movimiento social . A diferencia de un movimiento, un partido tiene estatutos y normas y está obligado a cumplir con lo que dispone la legislación en la materia.

Otro rasgo preocupante de este movimiento llamado partido ha sido la imposición de un pensamiento único , que se expresa en la abdicación de sus legisladores a su deber constitucional, para acatar lo que dispone su jefe máximo sin moverle ni una coma a sus iniciativas. Son excepcionales voces como las de Porfirio Muñoz Ledo , Ifigenia Martínez o Lorena Villavicencio , que mantienen una postura crítica y advirtieron sobre el atropello constitucional que significa aumentar el periodo del ministro Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Conforme pase el tiempo, la evidente falta de liderazgo, la insensibilidad política y la ineptitud de Mario Delgado irán acumulando tropiezos. La conclusión es obvia: no se puede conducir un partido con un encargado de medio pelo y desde una letrina.

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate